11 de febrero de 2011

Salvemos el parque

Este parque tiene todo el encanto que puede tener un parque desatendido. No es poco y puede que incluso dicho encanto sea mayor que el de otras zonas verdes donde la imaginación de la naturaleza es censurada por las diligentes podadoras del ayuntamiento; donde todo está ordenado, rastrillado, impoluto y artificial. Más que parques cabría hablar ahora de jardines, de calles adornadas con plantas donde puedes aparcar tus niños y tu perro como si se tratara de tu vehículo particular.
Su historia es larga pero aquí no vamos a extendernos en demasiados detalles porque este parque, al fin, queremos que sea ese parque que todos tenemos cerca y que acabará, irremisiblemente, convertido en carretera, en otro parque diferente como los jardines que describíamos antes; en un bloque de edificios, en una gasolinera...
Cuando la carretera empezó a estrangularle, se decidió acondicionar la zona como merendero, asfaltando algunas partes y cometiendo pequeñas vejaciones arquitectónicas contra el orden natural de las cosas. También en los alrededores se empezó a edificar indiscriminadamente. Actualmente, las poblaciones vecinas han doblado el número de sus habitantes y la carretera se colapsa. No es de extrañar ya que, diariamente, pasan por ella cerca de 23.000 vehículos. Los ayuntamientos, endeudados hasta las cejas, han decidido acometer un proyecto de desdoblamiento de unos 26 millones de euros.
A la gente le incomoda perder media hora todas las mañanas en un atasco e incluso pueden alegar que el desdoblamiento ayudará a rescatar esta zona devastada. En lo que a nosotros particularmente nos atañe como ciudadanos, renunciamos a desnudarnos y a tomar la carretera con pancartas ecologistas, pero tampoco vamos a quedarnos quietos y de brazos cruzados ante el avance incontestable del progreso, la eficiencia y la comodidad. Hemos querido escuchar lo que nos decía este parque y preservar en el recuerdo sus colores. Hemos decidido rendirle un homenaje en lo que para nosotros es una triste despedida.
Finalmente, hemos vivido un lugar que dejará de vivir.
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