29 de octubre de 2010

Dibujos infantiles II

Este dibujo siempre lo he guardado con un cariño especial. Recuerdo que hice bastantes de este tipo y constituían una empresa que me obligaba a estar distraído en gran parte de las clases. Los cartones sobre los que está hecho acompañaban a los tacos de folios que nos daban en el colegio. Eran estos cartones un bien muy preciado ya que, por cada cien folios, correspondía un cartón de manera que muy pocos alumnos eran poseedores de estos cartones tremendamente útiles para escribir encima de ellos, folio mediante, de manera que la tinta del bolígrafo se deslizase con soltura. Mi condición de artista no me daba preferencia a la hora de recibir un cartón de manera que cuando uno llegaba a mis manos tenía que aprovecharlo al máximo. Solía enlazarlos unos con otros hasta formar dípticos y trípticos infinitos como puede verse en la imagen. Por lo general mis compañeros apreciaban mi minuciosa labor pero en una ocasión uno se enfadó conmigo y me rompió un dibujo delante de mis narices. Le dije orgulloso que no me importaba, que podía hacer más y para demostrarlo me hice con otro cartón y empecé a dibujar. Realmente eso era lo importante, el talento de dibujar y no el dibujo en sí, el esfuerzo y la dedicación. Pero claro, con eso uno no se consuela. Aunque dije que no me importara en realidad con el dibujo también se me desgarró un pedazo de alma pero de ninguna forma debía dar muestras a mi enemigo de desfallecimiento pues entonces su motivo tendría respuesta y podía llevarle a repetir la acción y bastaban unos segundos para acabar con un trabajo de semanas enteras. Todo ésto lo razonaba yo con muy corta edad. Dada mi frenética actividad dibujística acarreaba un gran gasto de bolígrafos y recuerdo que los guardaba en el estuche cuando su vida se extinguía. Conocía muy bien las calidades de la tinta y a veces hasta los personificaba como si fueran una dinastía, de manera que los bolígrafos hijos iban enterrando a sus antedecesores.

Dibujos infantiles

Revisando cosas que tenía por ahí me he dado cuenta que ya desde temprana edad tenía cierta sensibilidad hacia lo... ehm... mecánico. Fíjense si no en las montañas del segundo dibujo, en los brotes de hierba o en los copos de nieve del primero, ahí ya se trasluce lo que terminaría convirtiéndose en una auténtica enfermedad artística. También era muy maniático en el asunto de los colores; no se me ocurría mezclarlos ni tampoco sacarlos de sus delimitados contornos. A todo esto ¿Qué narices hacía el flautista de Hamelin con un cuchillo?

14 de octubre de 2010

Nanorelatos

Dado que mi último post sobre contabilidad ha generado un abrupto descenso de las visitas a esta página, voy a publicar hoy los relatos que he presentado al concurso aquel del que os hablé, a ver si así consigo atraer el habitual número de seguidores que suelen honrarme con su lectura diaria.

1

Te asomaste al balcón

de aquella lluviosa mañana, confusa, aturdida.


2

Una palabra

me sobra para dudar de mi ingenio.


3

Y de repente…

Ocurrió lo que menos te esperabas.


4

Ocupado en soñar

Realmente tenía todo lo que podría soñar.


5

Una, dos…

bueno, hasta diez todavía queda. Descanso un poco.


6

La carta

Nunca la recibirás, ya no sirven las palabras.


7

- ¡No!

¡No lo hagas, por favor! -


8 de octubre de 2010

El origen de las discusiones

Hoy me gustaría inaugurar una sección que podríamos titular Terapia de pareja, Las 100 claves de amar, Hacer y ser feliz en diez cómodos pasos… pero, sinceramente, no creo que vaya a escribir más sobre el tema a pesar de poder aparentar tener amplios conocimientos sobre él. Bien, al lío:

¿Quién no se ha preguntado alguna vez cuál es el origen de sus discusiones en pareja? ¿Cuántas veces ha vuelto sobre el pasado tratando de encontrar justificación a su conducta o a la del ser con quien comparte su vida? Creo que tras una minuciosa investigación puedo contestar brevemente a su pregunta, ahorrándole un montón de esfuerzos en vano, mejorando su convivencia, aumentando su confianza y asegurándole bienestar.

Científicos de prestigiosas universidades han estado trabajando con diferentes parejas a las cuales se ha sometido a distintas dietas alimenticias. Unas de esas dietas han estado bajo supervisión de un experto en nutrición mientras que otras han seguido los estándares de nuestra dieta común. Nuestra dieta occidental cuenta con un exceso graso y proteico lo cual lleva a generar una actividad cerebral excedente dado nuestro sedentarismo. Esta actividad, según parece, mucho tiempo almacenada, entra en el proceso que los científicos han llamado sobrecarga nerviosa o síndrome de la susceptibilidad. Cualquier nimio motivo puede convertirse entonces en una acalorada discusión. Fueron pues, más frecuentes las discusiones del grupo mal alimentado que las del alimentado según la vigilancia de expertos en dietética. Este estudio revela que además los científicos que siguieron el proceso, si estaban mal alimentados, tendían a intervenir en las discusiones poniéndose del lado de las personas de su mismo sexo.

Yo no sé si esta investigación se ha llegado a efectuar pero tal y como está el mundo de las investigaciones no me extrañaría nada. Quizás pues, todo lo expuesto aquí no tenga nada que ver con el origen de las discusiones pero una cosa es segura: el origen de las discusiones en pareja siempre es tanto o más absurdo que el que acabo de exponer.

No tiene mucho sentido preocuparse por cosas que no tienen ningún sentido.

La carta

Ya no se escriben cartas. Bueno… cierto es que se escriben, las escriben otros y de distinta forma. A lo que quiero referirme es que antes se estudiaban toda suerte de fórmulas corteses y protocolarias que le ahorraban a uno gastos elocuentes tan desafortunados como el que me ocupa. Pensaba en todo esto porque primero he pensado mucho en cómo empezar esta carta y también he pensado otro tanto en si hacerlo o no. Finalmente me he decidido por escribir, por hacerlo de este modo y, si este texto llega hasta ti, huelga decir que también lo habré enviado lo cual todo tilda de evidentísimo y poco fascinante. La historia de esta carta es, a parte del prólogo, laboriosa porque la he escrito cien veces cuanto menos y la he destruido otras tantas. Esa historia a la que no tengo intención de hacer más referencia guarda un sinnúmero de borradores que algún día editaré en un grueso tomo y me harán famoso por la cantidad de sandeces que puedo llegar a decir.

Acabado el embarazoso proceso de empezar a entablar correspondencia, me siento realmente extenuado hasta tal punto que he olvidado lo que quería decirte, que era lo verdaderamente importante de todo el asunto. De cualquier forma acabo de recordar que me dejé olvidado en tu casa un jersey gris de cuello alto. Espero poder aclararte en otra misiva el asunto que me movía a escribirte antes de que me enredara en los placeres que encierran las formas. Así, puedes tirar esta carta pues, recapacitando, me doy cuenta de que sólo es digno de recuerdo lo del jersey, lo cual es bien triste, dicho sea de paso.

Espero que estés bien.
Atentamente y todo lo demás


Microbios

El Taller de escritores de Barcelona convoca un nuevo premio de nanorelatos. Entre sus bases consta que las obras presentadas deben de estar formadas entre 1 y 10 palabras. Mientras me decido a participar he encontrado algunos de los relatos presentados en la pasada edición del concurso. Son realmente buenos, no cabe duda.

Éste fue el ganador:

El artista

—Lo sentimos, Adolf, pero no tienes bastante talento.


Otros que me han gustado:

Cuento de terror

Cuando quisimos darnos cuenta, éramos todos funcionarios.


Preámbulo de las Bermudas

Perdidos en triangulaciones, nunca zarpamos.

Los relatos son autoría de Alejandro Vicente, Oscar Sipán y Eduardo Rezzano, respectivamente.

Por si a alguien le puede interesar, el premio único son doscientos euros lo cual, a una media de diez palabras por relato, sale la palabra a veinte euros. No creo que ni siquiera el nuevo premio Nóbel Mario Vargas Llosa escriba tan caro.

5 de octubre de 2010

Hablando por teléfono 1 conversación mantenida a las 23:09:03 del día cuatro de octubre de dos mil diez

Bueno, iba a inaugurar una flamante etiqueta nueva para, de ahora en adelante, ir colgando varios trabajos que reunen las características del que me ocupa pero he decidido finalmente, si la tecnología y el Dios Firefox me lo permite, publicar una entrada única para agruparla bajo el epígrafe "miscelanea", que como ya saben pueden seguir disfrutando desde este entrañable blog lleno de comentarios míos y detalles más que reveladores sobre la evolución de la especie humana a partir del simio.

He estado escuchando música, mi música, verán, es algo que suelo hacer pero no en actitud onanista, como verán, sino más bien todo lo contrario. Después de casi dos horas ininterrumpidas de escucha de mi más selecto repertorio me he dicho: La hostia, pues además de sonar como el puto culo soy bastante malo.
A partir de ahora no voy a volver a escucharme, es más, voy a tocar con tapones en los oídos. Arrancárselos parece un poco sádico ya de entrada. Y se me ocurre también que no tocar sería demasiado poco perverso mientras que romper el instrumento al final viene a ser un acto de garrulería supina. ¿Para qué lo vas a romper pudiendo maltratarlo de mil maneras distintas tanto o más placenteras?

Y nada, poco más, ¡ah sí! no os lo he dicho, me han admitido en un curso de informática de gestión a pesar de haber tardado más de diez minutos en contestar una pregunta sobre el origen de las cuentas de Activo

a) ¿Se abonan por el debe y se cargan por el haber?
b) ¿Se abonan por el haber y se cargan por el debe?
c) ¿Se abonan con un compuesto orgánico y se cargan con un peso?

¿Qué es saldar una cuenta? ¿Cuántos grupos de cuentas hay? Todas estas cosas me llaman la atención sobremanera y me producen tal subidón de adrenalina que es para mí como una adicción incontenible. Para los no muy duchos en la materia deciros nada más que la opción c es para despistar y que hay que reflexionar en las dos opciones anteriores. Con ésto ya hay un cincuenta por ciento de opciones de acertar pero no es seguro que la pregunta esté formulada correctamente en el lenguaje contable pues cargar y abonar a los términos debe y haber sólo corresponden de una manera acertada y no me acuerdo exactamente de cuál era. El curso servirá para refrescarme ésta y otras cuestiones casi igual de divertidas.

Bueno, a lo que iba, que se me hace tarde y tengo que comer algo. Lo que subo ahora es uno de los pocos dibujos que hago ya, un dibujo realizado mientras hablaba por teléfono sin prestar a la acción de dibujar ninguna atención. A partir de ahora será difícil ejecutar trazos de esta forma puesto que me veo envuelto en un ejercicio posterior de análisis y consciencia que me impedirá liberarme acaso en un futuro de la forma en que lo hice.
Revela el verdadero estado interior de mi psique lo cual me hizo pensar que éso y no precisamente otra cosa, el estado de la cosa esa que he dicho, era lo más importante y no el título. A tenor del título, me decidí por Hablando por teléfono 1 conversación mantenida a las 23:09:03 del día cuatro de octubre de dos mil diez.

Antes me parecía que dibujar era estar vivo, ahora pienso que es cierto aquello siempre y cuando se entienda que vivir es una cosa que no solemos hacer aunque estemos vivos. La conversación fue mucho más interesante que el acto artístico que os presento pero eso ya es hablar demasiado de mi vida y aunque los blogs puedan estar para eso en un momento dado creo que es mejor que me pague bien una televisión cuando quiera hacerlo.

Por si a alguien se le ocurre comentar, cosa que desde luego no suele hacerse en este espacio -muy a mi pesar- quiero ya adelantarme y deciros que este dibujo es una auténtica obra de arte y todo aquel que lo ponga en duda es un retrógrado impertinente, molesto y acomplejado que va de foro en foro y de blog en blog arrastrando sus miserias, de las cuales ni siquiera puede desprenderse cuando está refugiado detrás de una pantalla y escribiendo una media de cincuenta faltas de ortografía por segundo. Sí, lo he escrito bien

HORTOGRAFIA

La palabra está emparentada directamente con las huertas y los hortógonos, estos últimos, unos habitantes de la galaxia de Andrómeda de donde se dice que sus flores son de sal. Así que antes de comentar piénselo dos veces y recuerde:

Su vida no es nada sin este blog

P.D: Y no se os ocurra venir ahora con lo de sí hombre, mi abuela fuma en pipa y qué bonita es la primavera.