25 de diciembre de 2016

La enredadera

La enredadera es nuestro sentido homenaje a las navidades. Un álbum de villancicos populares.
Lo encontrarán en nuestra página principal o canal de youtube.

El cine

Entraba a trabajar en un cine y una señora -la esposa del dueño, posiblemente- me explicaba el funcionamiento de las cintas de vídeo. En principio, solo había que apretar unos cinco botones de forma consecutiva para que la filmación se proyectara. Ocupábamos dos asientos de la última fila y alguien del público nos invitaba a comer pipas. Yo no estaba muy seguro de que aquello se pudiera hacer, pero si la señora comía pipas pues yo no iba a ser menos.

La película parecía ser de la saga de La guerra de las galaxias, y el público se mostraba bastante descontento con ella. Una vez la señora me explicó el funcionamiento de las cintas, se marchó, y yo quedé al mando. Tocó a su fin la proyección y el público abandonó la sala, salvo escasas personas. No sabía muy bien qué hacer, así que busqué en el horario si había programada alguna proyección después. Efectivamente, a las diez menos diez daba comienzo una especie de documental sobre células.

No había tenido tiempo de fumar un cigarro, de modo que salí a la calle y comencé a fumar, pero cuando me quise dar cuenta era ya hora de iniciar la proyección. Entré a la sala a toda prisa con el cigarro encendido y lo dejé reposar en un cenicero mientras ponía las cintas en marcha. Me di cuenta de que la imagen no se veía bien del todo, así que anduve explorando el programa de vídeo y realizando algunos ajustes.

En esto llegó el dueño, para supervisar mi trabajo, y yo escondía el cigarro y el cenicero, pero el cigarro se cayó a la moqueta y temía que aquello fuera a convertirse en el origen de algún incendio.

Cuando ya lo tenía todo ajustado, la proyección se detuvo, el publicó protestó y me las vi y me las deseé para volver al punto donde la filmación se había interrumpido.

El dueño cogió un aspirador y se puso a recoger las cáscaras de pipas que habían quedado diseminadas. Me explicó que al cine solo iban tres clases de personas que no recuerdo, pero esas clases que citaba no eran bastante buenas. Al salir del cine, me topé con la señora y me quejé un poco de mi horario, dado que no me había dado tiempo a fumar un cigarrillo.

La señora me dijo entonces que ojalá tuviera mi horario, porque el suyo, a su parecer, era bastante peor.

22 de noviembre de 2016

El robot

En mi antigua casa, el sol entraba con plenitud por la ventana. Buscaba unos altavoces. Cuando miré hacia el exterior de la vivienda, vi un robot volando, una especie de dron de plástico que también disponía de ruedas a fin de moverse por el suelo.

El robot aterrizaba y mi hermano salía de casa a recogerlo. Sin embargo, una niña se adelantaba. No tuve más remedio que abandonar también la casa para tratar de convencer a la niña que el robot era nuestro. El padre de la niña vino entonces a hablar con nosotros, era albañil. Mi hermano y yo nos pusimos a elaborar cemento.

A lo lejos, descubrí una tormenta con rayos permanentes (esto es, rayos que permanecían fijos en el cielo y no desaparecían) y observamos como una pequeña nube negra se desplazaba a gran velocidad por el cielo. - Parece un OVNI - comenté. El resto de la tormenta se iba acercando a nosotros. Había un claro en la tormenta y, cuando estuvo a nuestra altura, el efecto era tal como si nos ubicáramos en el interior de un estadio de fútbol.

- Qué listos - exclamé - retransmiten el partido con la tormenta para que la gente se vaya a verlo a sus casas -.