22 de febrero de 2011

El fin del ilusionismo: un arte contextual

Entre los precursores de lo que hoy llamamos arte contextual nos encontramos con el manifiesto de Jan Swidzinski, El arte como arte contextual, de 1976. De otro lado, Courbet pensaba que el arte tiene que ir ligado a las cosas de todos los días, producirse en el movimiento, en relación estrecha con el contexto. De forma sumaria, se entiende por arte contextual el conjunto de las formas de expresión artística que difieren de la obra de arte en sentido tradicional. Es un arte de intervención y un arte comprometido de carácter activista, un arte que se apodera del espacio urbano, que aglutina estéticas participativas o activas en el campo de la economía, los medios de comunicación y el espectáculo.

La era artística de la ficción representativa toca a su fin. El hombre se torna de más en más insensible a las imágenes ilusorias. Es decir, progresa en el sentido de su integración en el mundo”. Manifiesto Invencionista (1946)

Se trata de que la creación se haga cargo de la realidad antes que trabajar del lado del simulacro, dar la espalda a las abstracciones y preferir los seres. Un cuerpo en presencia de otro cuerpo siempre deseoso de una relación directa. El arte contextual deja el territorio del idealismo, le da la espalda a la representación, pretende sumergirse en el orden de las cosas concretas. Existe una relación directa, sin intermediario, entre la obra y la realidad. La obra es inserción en el tejido del mundo concreto, confrontación con las condiciones materiales (Guy Sioiu Durand: la obra se realiza en el contexto real). El artista se apodera de la realidad, teje la realidad.

Un arte contextual pugna por abolir barreras espacio temporales entre creación y percepción de las obras, aboga por una relación lo más corta posible entre artista y público. Saliendo del museo la obra de arte ya no está expresamente concebida para él y puede adherirse al mundo.

El artista es un miembro de la sociedad que rechaza la sociedad; está asociado y disociado con ella, implicado críticamente en una adhesión desafiante. Para el artista contextual modificar la vida social, contribuir a su mejora, desenmascarar las convenciones, aspectos no vistos o inhibidos, es como hablar igual (como todo ciudadano al que concierne la vida pública en un medio democrático) y de otra manera (utilizando medios de orden artístico capaces de suscitar una atención más aguda, más singular que la que permite el lenguaje social).

Según Jan Swidzinski: “el arte contextual se opone a que se excluya el arte de la realidad como objeto autónomo de contemplación estética”. La primera razón de ser del arte contextual arranca de un deseo social: intensificar la presencia del artista en la realidad colectiva. De muchas maneras –apoderarse de ella, estetizarla, politizarla…- pero siempre en una perspectiva de implicación. La idea maestra: el mundo existe para que el artista aparezca en él en directo, sin intermediarios, mientras que su obra es la ocasión de un comercio frontal en el campo de la realidad. La “experiencia” es la vivencia de este comercio. La experiencia deriva del término experiri, “hacer prueba de”, una prueba llevada a cabo de manera voluntaria y en una perspectiva exploratoria, cuya finalidad es “una ampliación o un enriquecimiento del conocimiento, del saber, de las aptitudes. Toda experiencia tiene algo de provocación. Y viene a provocar lo que ha sedimentado el orden establecido. Perturba lo que el orden de las cosas manda no trastocar, por tradición, pereza o estrategia.

La naturaleza del arte “procesal” del arte contextual, viene a contradecir la primacía de la obra de arte como objeto simbólico. Pone mal la concepción del arte como inscripción de una forma de duración. La obra auténtica, en verdad, es lo “obrado” y su tiempo real, no la eternidad posible de su exposición, sino el momento de su elaboración.

Acontecional por naturaleza, el arte realizado en contexto real es para el artista, en primer lugar, una actuación de su presencia. Numerosas obras contextuales se caracterizan por este gesto elemental: el artista ofrece su cuerpo al público, cuerpo que se convierte en su firma, en su grafo. Primer objetivo: hacer acto de co-presencia, habitar el mundo, moverse en él, obrar sin intermediario. Sin embargo, el acto de presencia se acompaña en la mayoría de los casos de una solicitud de implicación del público. El acto de presencia tiene esta primera razón de ser, mínima, atestiguar la existencia del artista.

Puedes leer sobre estas cosas:

Un arte contextual. Creación artística en medio urbano, en situación, de intervención, de participación. Ardenne, Paul. Cendeac.

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