15 de febrero de 2011

El gran hermano

Internet supone el acceso libre a sistemas de datos del mundo entero. No sólo eso, también Internet permite generar información y compartirla con el resto de usuarios… La pregunta es ¿estamos más y mejor comunicados?

Con la Ley para la Decencia de las Comunicaciones (1996) se abrió en Estados Unidos el debate de la censura; si ésta debería estar presente o no en el mundo de Internet. Y es que la libertad informativa vino acompañada de la aparición de contenidos denigrantes. Es muy difícil establecer una censura que funcione a nivel global así como regular las acciones de los llamados hackers, personas que para bien o para mal hacen un uso distinto de las redes de comunicaciones. El debate sobre las leyes de protección de la propiedad intelectual también ha sacudido el mundo digital y mientras unos tratan de frenar el libre intercambio, otros aseguran que Internet implica una revisión en los medios de producción y distribución, que la cultura tiene que ser accesible para todos mientras que nadie obtenga sin autorización previa beneficios comerciales.

Las empresas del sector privado, en occidente, pugnan por hacerse con un mayor control de la red y en oriente los Estados han establecido sus propios sistemas para hacer de Internet una realidad similar a la de los países que gobiernan.

El experimento Second Live siempre me ha parecido ilustrativo para conocer lo que es la red y sus usuarios. Second Live es una especie de plataforma virtual donde la gente se mueve gracias a un avatar también virtual. Se trata, en efecto, de una segunda vida que no sería posible sin una vida real. En otras palabras: el espejo que es Internet desaparece cuando hacemos algo tan sencillo como apagar el interruptor de la luz. Así visto puede resultar sencillo pero hay que considerar en torno a esto que, desde sus orígenes militares, la red fue diseñada de tal manera que pudiera sobrevivir a estos apagones, de tal forma que si ahora hubiera un desastre nuclear en Massachussets, los usuarios de Villaconejos pudieran seguir accediendo a la información compartida.

Lo que hizo innovador el Second Live es que fueran los usuarios quienes diseñaran las reglas de este mundo. Considerando esto, uno podía creer que esta segunda vida se desarrollaría en un plano hecho según nuestra voluntad. Se trataba de la materialización, por fin, de una utopía. De cualquier manera, los estudios revelan que la gente que ingresó en esta comunidad lo hizo por dos razones principales: sexo y dinero. Al principio muchos artistas pensaron que desarrollar su obra en este mundo libre les llevaría a explorar nuevos modelos creativos y, según creo, al final este mundo secundario acabaría convertido en un burdo reflejo del mundo real donde hay una corriente principal, una autopista de la información, alejada de la cual el individuo permanece desconectado.

Internet, mirado de otra forma y ahora centrándonos en las redes sociales, es un Gran hermano que funciona las veinticuatro horas del día. Es un reality de nuestra propia vida en donde podemos hacernos famosos y publicar cualquier cosa concerniente a nuestra intimidad. Por encima de todo prevalece la necesidad de no estar desconectado, de ir a favor de la corriente o incluso a contrapelo, de estar a la última y de invertir una cantidad abrumadora de tiempo en hacer atractivo nuestro avatar, nuestro usuario, nuestra imagen [y algunos llegan a pensar: nosotros mismos]. A la pregunta de si estamos más y mejor comunicados respondería que Internet es esa segunda vida que podemos diseñar a nuestro antojo y que si nuestra comunicación es mejor o peor no depende de Internet sino del uso que hacemos, responsable o no, de la red.

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