3 de diciembre de 2010

Ética poética

Como muchos ya sabréis me interesan sobremanera las intervenciones ciudadanas anónimas en el medio urbano. Estas intervenciones, ejecutadas de forma libre y caprichosa, son más o menos profundas, más o menos contaminantes o más o menos subversivas.

En la ciudad, si miramos atentamente, podemos encontrar mensajes de todo tipo; desde un Te quiero Paquita cincelado con una navaja en un banco, un graffiti en un muro que va a ser demolido, hasta una pintada política en la fachada de un edificio público. Hay más cosas, por supuesto. Un ejemplo es la obra de Charles Simonds, quien alrededor de los setenta comenzó a construir pequeñas ciudades en huecos de viejos edificios y solares destinados a la demolición. Destacaría de esta obra su laboriosidad, sensibilidad y limpieza. Ver una de estas obras en vivo y con todas las condiciones en las que se desarrolla una obra contextual debe ser una experiencia gratificante y constructiva.

Sin embargo, ya avisé, hay de todo y para botón la siguiente toma:


He estado mucho tiempo meditando sobre la foto y sigo teniendo la misma contradictoria sensación que cuando la ví por vez primera. Lo primero que me viene a la cabeza es algo así como...
"¿Qué hay de malo? ¿por qué te revuelves? Si Mango ha puesto ahí su logotipo por qué no alguien puede escribir lo que le plazca".
De modo que mis debilidades estéticas van convenciéndome poco a poco. Y empiezo a pensar cosas extrañas;
"Mango expresa su identidad de marca en un espacio privado. Los punkis invaden el espacio privado (cosa en la que no suelen creer) y expresan de manera vehemente su cultura..."
Claro, me digo, se trata de una guerra abierta de culturas. Dos modos distintos de entender la vida que chocan en una misma pared. Es como una discusión a voz en grito donde alguien empezó diciendo, de forma autoritaria y lícita una cosa y otro le replicó no cuidando mucho las formas... El ejemplo de urbanidad me parece valioso para extraer conclusiones y ahora pienso que quizá los medios no justifican los fines, que para lograr la paz no hay que hacer la guerra... pero no es fácil no revolverse cuando sólo tienes la opción de acatar la norma...
Siento no poder ofrecer mucha claridad sobre este asunto, que cada quien piense lo que quiera. Quizás tanto Mango como Pa Mango el mío son, al final, la misma imposición de códigos y de ideas, aunque ideas distintas, claro. Lo único que podría justificar la última es que es una reacción... quizá la solución, finalmente, sea una pared en blanco.

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