5 de agosto de 2012

La mujer de los cuadrados


(Entra en escena el gato del Poeta de las pirámides)

Señor del público: ¿Otra vez el puñetero gato? ¡Ya estamos hartos de esta pantomima!
Otro señor del público: Cállese hombre, y no la tome con el gato.

En el escenario apareció un hombre joven que a continuación se presentó como entrevistador.

Entrevistador: Es extraño. Soy periodista y me han dicho que en una hora tenía que entrevistar a alguien en este escenario pero no me han dicho quién es ese alguien ni qué debo preguntarle, sólo que coloque este plato con comida en el centro.

Tras hacerlo, el gato del poeta saltó de un asiento al que se había encaramado y se acercó al plato desconfiado, mirando hacia todos los lados. Cuando el joven entrevistador se retiró aprovechó para cerciorarse de que era, en efecto, su comida y dar buena cuenta de ella cautelosamente. El entrevistador iba a abandonar la sala pero entonces alguien del público le sugirió que examinase el collar del gato.

– ¿Qué tiene de especial el collar? – preguntó el entrevistador. A lo que le respondieron que ahí podrían estar las preguntas de la entrevista. Renqueando, el entrevistador se acercó al gato, que retrocedió un par de pasos nada más ver su mano acercarse. Parecía que aquello no iba a tratarse de una labor sencilla. En medio de tan peculiar escena apareció la mujer de los cuadrados en el escenario, un poco enfadada.
               
Mujer de los cuadrados: ¿Todavía no empieza la entrevista?
Entrevistador: A mí no me pregunte, yo sólo venía a dar de comer al gato.
MC: Esto es de locos, no entiendo nada. Llevo media hora esperando a que me entrevisten.
E: Bueno, yo esperaba entrevistar a alguien, el caso es que no tengo las preguntas y, sinceramente, no creo que estén en el collar del gato.

Otro señor del público: El gato lo hacía mejor.
Señora del público: Cállese de una vez, hombre, estáis poniendo nervioso al chico.

MC: Es igual. Yo sólo venía a hablar de geometría poética.
E: ¿Y eso?
MC: El otro día escuché decir algo así como que la nada es poesía. Esto implicaría considerar a la nada, algo. En un mundo de sólo dos piedras las dos piedras son el todo y la nada, nada. No hay todos que tienen nada ni nada que tenga nada. Donde existe el todo no existe la nada. En un mundo donde todo fuera todo no habría hueco y en un mundo sin nada, sólo habría vacío. El problema es, como digo, pensar que la nada es algo. Ex nihilo, nihil.

E: Yo no entiendo mucho de estas cosas pero… para separar las dos piedras… ¿no haría falta la nada? Si no serían una sola. Vamos, no sé.
MC: Un mundo con sólo dos piedras sólo existe en el pensamiento y lo que separa dos piedras en el pensamiento desde luego que no es la nada.

E: No sé si lo entiendo.
MC: Es igual. He venido porque me siento defraudada al oír a cierto personaje sostener que su poesía está cerca del todo y que el todo es la esencia misma de la poesía. El todo es una abstracción en la que también entrarían a formar partes abyectas como la guerra y otras cosas que simplemente no tendrían nada que ver con la poesía como, por ejemplo, una cafetera. Puede que la esencia de la poesía se identifique de alguna forma con lo que no es puro, con la abyección, digo puede porque no parece una idea muy elevada de la poesía, pero… ¿qué tiene que ver la esencia de la poesía con una cafetera, un tocadiscos o un ingeniero de caminos? Lo único que tiene que ver el todo con la esencia de la poesía es que son dos abstracciones.
E: Puede que un ingeniero de caminos se dedique a la poesía en sus ratos libres.
MC: No quiero ofenderle pero volveré cuando aquí se hagan entrevistas de verdad.

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