(Entra en escena el gato del Poeta de las pirámides)
Señor del público: ¿Otra vez el puñetero gato? ¡Ya estamos
hartos de esta pantomima!
Otro señor del público: Cállese hombre, y no la tome con el
gato.
En el escenario apareció un hombre joven que a continuación
se presentó como entrevistador.
Entrevistador: Es extraño. Soy periodista y me han dicho que
en una hora tenía que entrevistar a alguien en este escenario pero no me han
dicho quién es ese alguien ni qué debo preguntarle, sólo que coloque este plato
con comida en el centro.
Tras hacerlo, el gato del poeta saltó de un asiento al que
se había encaramado y se acercó al plato desconfiado, mirando hacia todos los
lados. Cuando el joven entrevistador se retiró aprovechó para cerciorarse de
que era, en efecto, su comida y dar buena cuenta de ella cautelosamente. El
entrevistador iba a abandonar la sala pero entonces alguien del público le
sugirió que examinase el collar del gato.
– ¿Qué tiene de especial el collar? – preguntó el
entrevistador. A lo que le respondieron que ahí podrían estar las preguntas de
la entrevista. Renqueando, el entrevistador se acercó al gato, que retrocedió
un par de pasos nada más ver su mano acercarse. Parecía que aquello no iba a tratarse
de una labor sencilla. En medio de tan peculiar escena apareció la mujer de los
cuadrados en el escenario, un poco enfadada.
Mujer de los cuadrados: ¿Todavía no empieza la entrevista?
Entrevistador: A mí no me pregunte, yo sólo venía a dar de
comer al gato.
MC: Esto es de locos, no entiendo nada. Llevo media hora
esperando a que me entrevisten.
E: Bueno, yo esperaba entrevistar a alguien, el caso es que
no tengo las preguntas y, sinceramente, no creo que estén en el collar del
gato.
Otro señor del público: El gato lo hacía mejor.
Señora del público: Cállese de una vez, hombre, estáis
poniendo nervioso al chico.
MC: Es igual. Yo sólo venía a hablar de geometría poética.
E: ¿Y eso?
MC: El otro día escuché decir algo así como que la nada es
poesía. Esto implicaría considerar a la nada, algo. En un mundo de sólo dos
piedras las dos piedras son el todo y la nada, nada. No hay todos que tienen
nada ni nada que tenga nada. Donde existe el todo no existe la nada. En un
mundo donde todo fuera todo no habría hueco y en un mundo sin nada, sólo habría
vacío. El problema es, como digo, pensar que la nada es algo. Ex nihilo, nihil.
E: Yo no entiendo mucho de estas cosas pero… para separar
las dos piedras… ¿no haría falta la nada? Si no serían una sola. Vamos, no sé.
MC: Un mundo con sólo dos piedras sólo existe en el
pensamiento y lo que separa dos piedras en el pensamiento desde luego que no es
la nada.
E: No sé si lo entiendo.
MC: Es igual. He venido porque me siento defraudada al oír a
cierto personaje sostener que su poesía está cerca del todo y que el todo es la
esencia misma de la poesía. El todo es una abstracción en la que también
entrarían a formar partes abyectas como la guerra y otras cosas que simplemente
no tendrían nada que ver con la poesía como, por ejemplo, una cafetera. Puede
que la esencia de la poesía se identifique de alguna forma con lo que no es
puro, con la abyección, digo puede
porque no parece una idea muy elevada de la poesía, pero… ¿qué tiene que ver la
esencia de la poesía con una cafetera, un tocadiscos o un ingeniero de caminos?
Lo único que tiene que ver el todo con la esencia de la poesía es que son dos
abstracciones.
E: Puede que un ingeniero de caminos se dedique a la poesía
en sus ratos libres.
MC: No quiero ofenderle pero volveré cuando aquí se hagan
entrevistas de verdad.
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