(Aplauso)
El escenario se encuentra está vacío
(desconcierto)
hasta que entra en escena el gato del Poeta de las Pirámides
que, tras seguir la pista de sus excelentes oídos, había descubierto un
escenario detrás de la biblioteca.
(Aplauso)
El gato del poeta se quedó mirando al público, como si
estuviera perplejo pero en realidad estaba algo asustado al encontrarse con
tanta gente.
Señor del público: Nos están tomando el pelo ¿o es que no os
dais cuenta?
Otro señor del público: Siéntese, hombre, no me deja ver al
gato.
El hombre obedeció y esperó impacientemente a que ocurriera
algo pero cuando sólo había pasado el rato el gato se sintió atraído por un
olor que había detectado fuera del escenario.
Señor del público: ¿Hasta cuando vamos a estar aguantando
esta pantomima?
Otro señor del público: Guarde silencio y si no le gusta
lárguese, pero deje a los demás disfrutar.
El hombre, tras otro lapso de tiempo, recogió su abrigo de
la butaca y ayudó a su mujer a levantarse. Los dos abandonaron la sala con
sendas caras de indignación. Tras la salida de escena del gato, el escenario
estaba otra vez vacío.
Señora del público: Yo también me voy. Aquí no pasa nada.
Otro señor del público: Y dale ¿Pero no veis que eso es
precisamente lo que tiene que pasar? Qué manía con que pase algo. Esto es una
entrevista a nadie hecha por un gato.
Señora del público: Pues aquí te dejo, majo, disfrutando de
ella.
(La sala sigue vacía y el público la va abandonando
paulatinamente hasta que se queda solo el otro señor del público).
Otro señor del público: Es increíble, magnífico. No sé por
qué se empeñan en que pase algo cuando a cada rato están pasando cosas. No hay
nada más sugerente que un escenario vacío.
(Aplauso del otro señor del público)
Otro señor del público: Espléndido, sí señor, soberbio.
(Aplauso del otro señor del público)
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