29 de agosto de 2012

La playa

Éste es un relato que escribió un viejo conocido. Hace poco me dio permiso para editarlo y publicarlo. Merece la pena su lectura.

Raíces



Antes de la invasión de los fármacos nuestros antiguos poseían una amplia cultura medicinal. Aún hoy día, en lugares remotos, podemos encontrar tribus con conocimientos ancestrales sobre las plantas.

Hace tiempo me hablaron sobre una droga usada en los ritos de una tribu del Amazonas. No recuerdo el nombre de la tribu ni el nombre de la droga pese a que pueda inventármelo en un derrame literario. Lo que sí logro recordar es que el viaje o la experiencia de sus consumidores se presentaba, cuanto menos, interesante; la droga en cuestión era una raíz que, además de vómitos, producía efectos sobre los recuerdos y la conciencia. Lo determinante era que, de alguna manera, podías revivir tu pasado pero desde el punto de vista de las personas que en ese momento te acompañaban.

Las palabras que dijiste un día son las que ahora escuchas, las palabras que callaste son el silencio que ahora recibes, lo que diste te es entregado, lo que quitaste ahora te lo quitan a ti… y, por empatía, lo que a esa persona le hiciste sentir ahora tú lo padeces en tus carnes.

Todos suelen coincidir en que no es una experiencia precisamente agradable aunque sí muy reveladora.

La conclusión o moraleja del asunto, :

Es importante descubrirse a uno mismo como si uno fuera otro.
Pero no menos importante es ser el otro por unos momentos.

28 de agosto de 2012

Curiosidades


La gente confiere valor a las cosas. Esto es algo natural y puede resultar curioso. Una medida de este valor es el dinero. Pero el dinero y las cosas, a nadie se le escapa, son asuntos distintos y las cosas pueden medirse por otros valores no estrictamente monetarios ni, por decir así, materiales.
En ocasiones los billetes valen menos que el papel del que están hechos. No deja de ser curioso que con un número de billetes, que no vale nada, podamos adquirir algo tan imprescindible como comida, agua, techo; en otras palabras; que nuestra supervivencia pueda depender de un montón de papeles, llegado el caso, es algo cuanto menos particular. En otras ocasiones, las cosas tienen un valor más alto que el dinero. La gente suele creer que un tesoro es una cosa de gran valor, esto es, una cosa que vale mucho dinero, pero lo cierto es que un tesoro tiene un valor incalculable, tanto, que no se puede traducir a cifras monetarias. Y si no resulta pagable, podemos decir también que el tesoro no vale nada.

Todos sabemos que hay cosas impagables pero en todo, prácticamente, puede estar presente el dinero. Incluido en la vida y aunque parezca abominable este es, hoy en día, un negocio muy lucrativo. También morirse puede costar dinero y esto no deja de ser asimismo algo curioso. Algunos podrán contradecirme señalándome que el amor no se paga pero lo cierto es que se compra y se vende igual que cualquier otra cosa… imagino que este alegato se refiere a un amor distinto al que está en el mercado negro pero todo amor, dada su singularidad, es posible con o sin dinero. Quiero apuntar que quizá con dinero puedas pagar, al fin, un amor más noble y sano que aquel que tiene como principio la más absoluta libertad. Ésta es, como verán, otra cosa más bastante curiosa que tenemos que añadir.  
Puede que tengas amor y no tengas nada más. Puede que tengas salud pero no la disfrutes. Con dinero puedes pagarte el amor y también la salud, reuniendo las tres cosas que más preocupan a quienes consultan el tarot. Se dice que en reunión de estas tres cosas se alcanza el éxito en la vida. Por lo tanto podemos pensar que el éxito así entendido depende mucho del dinero que tengas. Es el viejo

Tanto tienes, tanto vales.

Pero no olvidemos que también podemos encontrar, a parte del dinero, del amor y de la salud, a quien posee un tesoro. Ustedes, yo mismo, seguramente, muchos de nosotros, estamos en posesión de muchos tesoros de un valor incalculable que equivale, tal y como arriba se refleja, a ningún valor. Y podemos poseerlos pese a desconocer que están bajo nuestra posesión lo cual es de nuevo curioso. Aunque no tengamos éxito y tengamos que pagar para morirnos, tenemos tesoros, y esto consuela a uno en un momento dado aunque no le saque de pobre.
Puede que sirva de poco, pero puede también que sea más que suficiente.

24 de agosto de 2012

1932


Para Antonie Roquentin, uno de los personajes de Sartre, el hombre es un narrador vocacional de historias, vive rodeado de historias propias o ajenas y ve a través de ellas todo cuanto sucede. De ahí que en ocasiones el hombre pretenda vivir su vida como si la estuviera contando pero llegado este punto debe escoger: o vivir o contar. Roquentin echaba en falta en su vida el tiempo narrado, la ordenación literaria donde cada detalle posee una viveza inolvidable e imperecedera y un sentido concreto en el desarrollo de la trama.

En literatura cada cosa significa algo, los acontecimientos se suceden y todo, de alguna forma, merece la pena. Pero quien vive sólo obtiene panorámica una vez el presente es un recuerdo. Su existencia, en todo caso, carece de sentido último. Y sólo al narrarlo se convertirá en algo distinto a lo que ese tiempo fue en realidad. El presente blando descrito por Roquentin a la sazón era poco más que una monotonía irreflexiva sin detalles que recordar ni conclusiones a las que llegar. El cogito cartesiano no le pareció buena solución. Cuando Roquentin reflexionaba sobre sus aventuras se convencía de que éstas nunca existieron. Pese a todo, no podía evitar sobrecogerse inexplicablemente y esperar a que algo ocurriera. Y, como era de esperar, a Roquentin no le sucederían grandes cosas.
Esto es porque Antonie Roquentin era, pero no existía. La existencia sartreana tiene un punto absurdo y desconcertante. A cada rato uno se topa con cosas que existen pero que no puede explicar. Mientras el ser es fácilmente justificable la existencia es del todo gratuita.

Así, decimos que una raíz es negra ¿pero cuánto de negra? Sabemos para qué sirven las raíces pero… ¿nos ayuda eso a comprender la existencia de esa raíz? ¿Se puede explicar la existencia de esta raíz en cuestiones de necesidad? ¿Comprendemos su pasado?...
Existir es estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar pero nunca es posible deducirlos. Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad y muere por casualidad.

5 de agosto de 2012

Apuntes de geometría poética III


Poeta de las Pirámides: Hoy en día casi cualquier atisbo de optimismo se me antoja como ese final feliz y bobalicón tremendamente previsible de muchas películas norteamericanas. No es sino la gran mentira que nos hacen creer para que sigamos remando a la deriva en un barco donde se acaban las provisiones mientras en cubierta la alta sociedad celebra grandes banquetes. Todos nos sentimos identificados con ese final feliz en donde el niño encuentra a su padre, los supervivientes son rescatados, el chico consigue a la chica… pero nuestra realidad es mucho más turbia.

[…]

¿Y por qué ahora me tengo que ir?
Guardia de seguridad: Lo siento, no voy a concederle explicaciones.
PP: Tenía aún cosas que añadir, no me gustan esos puntos suspensivos entre corchetes.  
GS: Y a mí no me gusta su cara, desaloje.
PP: Me ha conmovido eso de desaloje ¿ha pensado en hacerse poeta?
GS: Va a haber problemas si usted no abandona el lugar ahora mismo.
PP: ¿Me va a obligar?
GS.: Puedo obligarle, pero no quiero hacerlo, será mejor para usted si no le obligo.
PP: ¿Puede obligarme? Venga ya. Tengo derecho a opinar ¿no cree?
GS: Las opiniones son como los culos. Todos tenemos uno y no es necesario verlos todos.
PP: No creo que sea cuestión de eso. A mí me da la sensación que hay asuntos que no interesa referir cuando no tendría por qué ser así, ¿no cree?
GS: A mí no me cuente su vida, yo no escribo libros. Desaloje, no lo voy a repetir más.
PP: Me voy, pero no porque me lo diga usted, sino porque me da la santa gana.
GS (No contesta y se guarda la porra).

La mujer de los cuadrados


(Entra en escena el gato del Poeta de las pirámides)

Señor del público: ¿Otra vez el puñetero gato? ¡Ya estamos hartos de esta pantomima!
Otro señor del público: Cállese hombre, y no la tome con el gato.

En el escenario apareció un hombre joven que a continuación se presentó como entrevistador.

Entrevistador: Es extraño. Soy periodista y me han dicho que en una hora tenía que entrevistar a alguien en este escenario pero no me han dicho quién es ese alguien ni qué debo preguntarle, sólo que coloque este plato con comida en el centro.

Tras hacerlo, el gato del poeta saltó de un asiento al que se había encaramado y se acercó al plato desconfiado, mirando hacia todos los lados. Cuando el joven entrevistador se retiró aprovechó para cerciorarse de que era, en efecto, su comida y dar buena cuenta de ella cautelosamente. El entrevistador iba a abandonar la sala pero entonces alguien del público le sugirió que examinase el collar del gato.

– ¿Qué tiene de especial el collar? – preguntó el entrevistador. A lo que le respondieron que ahí podrían estar las preguntas de la entrevista. Renqueando, el entrevistador se acercó al gato, que retrocedió un par de pasos nada más ver su mano acercarse. Parecía que aquello no iba a tratarse de una labor sencilla. En medio de tan peculiar escena apareció la mujer de los cuadrados en el escenario, un poco enfadada.
               
Mujer de los cuadrados: ¿Todavía no empieza la entrevista?
Entrevistador: A mí no me pregunte, yo sólo venía a dar de comer al gato.
MC: Esto es de locos, no entiendo nada. Llevo media hora esperando a que me entrevisten.
E: Bueno, yo esperaba entrevistar a alguien, el caso es que no tengo las preguntas y, sinceramente, no creo que estén en el collar del gato.

Otro señor del público: El gato lo hacía mejor.
Señora del público: Cállese de una vez, hombre, estáis poniendo nervioso al chico.

MC: Es igual. Yo sólo venía a hablar de geometría poética.
E: ¿Y eso?
MC: El otro día escuché decir algo así como que la nada es poesía. Esto implicaría considerar a la nada, algo. En un mundo de sólo dos piedras las dos piedras son el todo y la nada, nada. No hay todos que tienen nada ni nada que tenga nada. Donde existe el todo no existe la nada. En un mundo donde todo fuera todo no habría hueco y en un mundo sin nada, sólo habría vacío. El problema es, como digo, pensar que la nada es algo. Ex nihilo, nihil.

E: Yo no entiendo mucho de estas cosas pero… para separar las dos piedras… ¿no haría falta la nada? Si no serían una sola. Vamos, no sé.
MC: Un mundo con sólo dos piedras sólo existe en el pensamiento y lo que separa dos piedras en el pensamiento desde luego que no es la nada.

E: No sé si lo entiendo.
MC: Es igual. He venido porque me siento defraudada al oír a cierto personaje sostener que su poesía está cerca del todo y que el todo es la esencia misma de la poesía. El todo es una abstracción en la que también entrarían a formar partes abyectas como la guerra y otras cosas que simplemente no tendrían nada que ver con la poesía como, por ejemplo, una cafetera. Puede que la esencia de la poesía se identifique de alguna forma con lo que no es puro, con la abyección, digo puede porque no parece una idea muy elevada de la poesía, pero… ¿qué tiene que ver la esencia de la poesía con una cafetera, un tocadiscos o un ingeniero de caminos? Lo único que tiene que ver el todo con la esencia de la poesía es que son dos abstracciones.
E: Puede que un ingeniero de caminos se dedique a la poesía en sus ratos libres.
MC: No quiero ofenderle pero volveré cuando aquí se hagan entrevistas de verdad.

Entrevista a nadie realizada por el gato del Poeta de las pirámides


(Aplauso)

El escenario se encuentra está vacío

(desconcierto)

hasta que entra en escena el gato del Poeta de las Pirámides que, tras seguir la pista de sus excelentes oídos, había descubierto un escenario detrás de la biblioteca.

(Aplauso)

El gato del poeta se quedó mirando al público, como si estuviera perplejo pero en realidad estaba algo asustado al encontrarse con tanta gente.

Señor del público: Nos están tomando el pelo ¿o es que no os dais cuenta?
Otro señor del público: Siéntese, hombre, no me deja ver al gato.

El hombre obedeció y esperó impacientemente a que ocurriera algo pero cuando sólo había pasado el rato el gato se sintió atraído por un olor que había detectado fuera del escenario.

Señor del público: ¿Hasta cuando vamos a estar aguantando esta pantomima?
Otro señor del público: Guarde silencio y si no le gusta lárguese, pero deje a los demás disfrutar.

El hombre, tras otro lapso de tiempo, recogió su abrigo de la butaca y ayudó a su mujer a levantarse. Los dos abandonaron la sala con sendas caras de indignación. Tras la salida de escena del gato, el escenario estaba otra vez vacío.

Señora del público: Yo también me voy. Aquí no pasa nada.
Otro señor del público: Y dale ¿Pero no veis que eso es precisamente lo que tiene que pasar? Qué manía con que pase algo. Esto es una entrevista a nadie hecha por un gato.  
Señora del público: Pues aquí te dejo, majo, disfrutando de ella.

(La sala sigue vacía y el público la va abandonando paulatinamente hasta que se queda solo el otro señor del público).

Otro señor del público: Es increíble, magnífico. No sé por qué se empeñan en que pase algo cuando a cada rato están pasando cosas. No hay nada más sugerente que un escenario vacío.

(Aplauso del otro señor del público)

Otro señor del público: Espléndido, sí señor, soberbio.

(Aplauso del otro señor del público)

La introspección circular


Poeta de los círculos: Este es mi primer poema circular. No tiene título ni tampoco existe.
Redacción: No entiendo nada ¿podemos hablar entonces de una poesía sin palabras?
PC: Una poesía sin poesía, absolutamente nada.

R: Ignoro si mi pregunta podrá parecer extraña pero ¿cómo puede referirse con tanta tranquilidad a algo que no existe? ¿No es confuso?
PC: Hay demasiadas cosas a las que nos referimos y no existen, esta es sólo una de ellas. Verá: el Poeta de las pirámides afirmó no tener nada que decir pese a seguir escribiendo libros. Yo pretendo escribir libros sin decir nada. Algunos pensarán que estoy loco pero no olvidemos que esto hay que plantearlo desde el punto de vista de la geometría poética. Muchos pensaban en las pirámides como la poesía del futuro antes que los círculos sólo por tener una dimensión de más. Una razón del todo absurda. Podría haberme convertido en el Poeta de las esferas para que nuestras respectivas poesías tuvieran las mismas dimensiones pero decidí no sólo limitarme a mantener una dimensión dentro de mi poesía, sino a eliminar cualquier dimensión.

R: Pero una cosa es un círculo y otra nada ¿por qué no el Poeta de la nada o el Poeta de los puntos, por aquello de adimensionales?
PC: Puede que la razón que ofrezca no sea muy geométrica pero mi experiencia me dicta que el círculo se identifica con nada en cuanto te sumerges en su interior, produciendo así la característica introspección del círculo, que es como la llamo. Autores como Kandinsky anduvieron cerca de encontrarla. Podría haberla llamado de otra manera, claro está, pero esa me parecía la más acertada.

R: ¿Y no es acaso una actitud muy nihilista la suya, prescindir de dimensiones?
PC: Cuando reflexionas atentamente sobre la nada te das cuenta de que la nada está muy cerca del todo.

R: Hablemos ahora de sus maquetas de aviones. ¿Cuál es su última construcción?
PC: Un caza alemán de la Primera guerra mundial. Tengo que pintarlo todavía.
R: Y su mujer ¿qué tal se encuentra?
PC: Bien, como siempre. Ella siempre me ha apoyado y ha defendido mi originalidad por encima de mis detractores, que no son pocos.

Poema circular


Apuntes de geometría poética IV


Poeta de los círculos: Entiendo que la vida pueda parecer tan amarga como el café. Lo que no entiendo ni creo que llegue nunca a entender es que hoy en día se escriban libros para decirnos que la vida es amarga.
(Entre bastidores) eso lo he añadido yo, ¿eh?

Voz (entre bastidores): Sí, muy bien, pero limítate a leer lo que pone.

[…]

PC: Pero… ¿lo que está antes de los dos puntos también?
V: No hombre, esas son las siglas de tu personaje.

[…]

PC: Oye, una cosa.
V: ¿Qué? Ya me iba, no seas pesado.
PC: He oído por ahí que puedes hablar en negrita ¿Es eso cierto? ¿Lo harás por mí antes de irte?
V: Ahora no me apetece.
PC: Sólo será una línea.
V: Es una tontería y nadie quiere malgastar su tiempo leyendo tonterías.
PC: Pero es sólo una línea.
V: ¿En cursiva o en negrita?
PC (asombrado): ¿Cómo lo haces?

[…]

PC: Voz.
V: ¿Qué quieres?
PC: Habla en negrita otra vez.
V: Ni lo sueñes.

Apuntes de geometría poética II


Redacción: Como poeta, ¿qué prefiere cantar, al amor o a la luna?
Poeta de los círculos: A mí me es indiferente, yo lo que trato es de aprovechar el tirón mediático del último libro del Poeta de las pirámides y alcanzar fama y notoriedad con los círculos. Un poco de dinero tampoco me vendría mal, no sé si me sigue. Desde luego no vaya a pensar que tengo remordimientos de conciencia. Pocos se quejan cuando Platón habla de Aristóteles seguramente malinterpretándole y gracias a ello Aristóteles hoy se conoce en gran parte del mundo aunque presente el inconveniente de estar muerto. De modo que en verdad el Poeta de las pirámides debería estarme eternamente agradecido por incluirle dentro de mis círculos.  

R: ¿Por qué los círculos y no… los rombos, los cuadrados…? En fin, si se trataba de aprovechar el tirón mediático…  ¿por qué se decidió al final por los círculos y no por otra cosa?
PC: Un círculo no tiene ángulos, con lo cual la poesía es menos escarpada, más optimista y amable, entre otras cosas que podría referir pero que alargarían la entrevista de forma horrible y tediosa. En el caso del amor o la luna, como le dije, me es indiferente, pero geométricamente hablando me decanto por los círculos sin asomo de duda o arrepentimiento.  

1 de agosto de 2012

Supervivencia literaria

Cuando uno se encuentra perdido en un lugar remoto de este pequeño planeta y quiere mantenerse con vida necesita cubrir unas pocas necesidades básicas: agua, comida y refugio. Puede que con sólo estas tres cosas la vida no sea muy larga ni muy confortable pero hay personas que sobreviven ahora mismo incluso sin tener cubierta alguna necesidad de las anteriormente referidas. No hay duda que la escasez de recursos es una fuente inagotable de ingenio y es asombroso cómo reacciona nuestro cuerpo y nuestra mente en una situación límite, cuando la cuestión es de vida o muerte.

Respecto a sobrevivir literariamente no hay necesidades básicas que cubrir porque podemos inclinarnos a pensar que escribir no es una necesidad básica. Incluso algo aparentemente tan necesario como la coherencia se puede evitar. Sin embargo, reflexionando más detenidamente podemos llegar a sostener que escribir es casi como respirar. Evidentemente nadie va a morir a causa de no escribir y sí en cambio a falta de agua, pero a lo mejor quien sólo sobrevive necesita, además, estar vivo. Hemos de tener en cuenta que incluso cuando las comodidades de la vida fueron bastante escasas, cuando las condiciones fueron incluso extremas, siempre en el hombre ha existido una predisposición incomprensible hacia la espiritualidad. En la misma naturaleza no todo es estrictamente necesario ni útil y existen cosas difíciles de explicar para los biólogos y físicos. Quizá de no existir estas cosas tan gratuitas y peregrinas el mundo sería al final más evidente y lógico. Y está claro que demasiadas veces es sólo una incógnita. Escribir puede ser al final una forma espiritual ciertamente sofisticada pero esta predisposición espiritual de la que hablo puede no llegar a materializarse en un contexto donde hacerla palabra, pintura o monolito no es lo más urgente. En cambio ello no significa que no exista, ni que sea innecesaria.

Suelo tener presente lo necesario que es escribir y lo innecesario de muchos textos. Creo que muchas veces para escribir quienes lo hacemos cargamos con demasiado equipaje y no nos damos cuenta de que, al final, es otra cuestión de vida o muerte donde las palabras de más pesan y las de menos hacen falta. Existe también una sobrevaloración histórica hacia los escritores muertos, cánones y reglas no escritas de todo tipo a las que hay que atenerse si pretendemos ser leídos y un vacío legal en cuanto a compensación del escritor respecta, en el que se mezcla la fortuna con la política y una idiosincrasia terrible. Entonces es cuando la profesión de escribir se convierte, en el mejor de los casos, en ese aeroplano teledirigido que pilotamos los domingos.