31 de marzo de 2011

La invasión de los poetas funcionarios zombis IV (tráiler oficial)

Como sabrán quienes siguen la saga, llegaba tarde a mi cita lo cual, dado que soy el autor de la historia, podía ser crucial para el transcurso de la historia misma. Había llegado a plantear que, dado que era el autor de la historia, podía cambiarla a mi antojo y no llegar tarde a mi cita pero eso me llevaría a emplear un recurso narrativo bastante desafortunado. Una cosa es decir “hoy” todos los días que uno empieza a escribir, porque son, efectivamente, “hoy” en el momento en el que uno escribe y otra cosa es andar mareando al lector desprevenido. Pónganse en mi lugar, entiéndanme, con lo que me ha costado hacer creer al público que llegaba tarde ahora tendría que quitarle esa idea de la cabeza y reemplazarla por otra.

Discurría sobre toda aquella problemática cuando, de súbito, una nave espacial me atropelló en un paso de código de barras. Antes se llamaban pasos de cebra pero como las cebras se extinguieron en el año dos mil cien, cambiaron de nomenclatura. Huelga decir que fallecí en el acto. Los códigos de barra no se habían extinguido y esto es curioso, de otro lado.
Ante esto, se encontrarán terriblemente contrariados porque si bien muestro abiertamente mis reticencias para afirmar una cosa y luego negarla (el caso de cambiar la historia) no tengo reparos en decir que estoy muerto. Si estoy muerto no puedo escribir y esto resulta mucho menos verosímil que llegue puntual a una cita ficticia.

Año 2250. Las máquinas no tardarán en dominar el planeta. Nuestro narrador había estado a punto de morir a manos de un poeta funcionario zombi pero al final su vida se extinguiría con el atropello de una nave espacial.

Cathie – Oh, John, ¿qué pasará ahora? Sin el narrador de la historia tú y yo no existiremos más.
John – Ese no es el problema, Cathie, se avecina algo mucho peor.
Cathie – ¿Qué quieres decir, John?
John  – No puedo decir nada, no puedo hacer nada.... ya la trama no existe, somos entelequias desconectadas de su demiurgo. Estamos condenados a desaparecer.
Cathie – Entiendo John pero ahora… ¿acaso ahora no estamos conversando? Quiero decir… ¿y si la historia no la hubiera inventado el narrador de la historia?
John – ¿Qué insinúas Cathie?
Cathie – No lo sé John, todo esto es nuevo para mí. Quiero decirte ¿y si tú y yo existimos libremente y podemos… podemos obrar libre y autónomamente… y si…?

En ese mismo momento Cathie queda paralizada por un cortocircuito en su placa base.

Si disfrutaron con


Si les sorprendió


Si se emocionaron con


Llega ahora


Enfermera – Doctor, venga, esto es muy extraño.
Doctor – Yo aquí veo un caso típico de enajenamiento poeta funcionario zombi ¿le extraña ver un zombi? Dígame enfermera ¿no es acaso usted misma un zombi?
Enfermera – Sí, doctor, y también poetisa y funcionaria pero es que este paciente que ha salido de su tumba no sabe hacer poesía.
Doctor (consultando el historial) – No lo entiendo. Quizá hay un gen recesivo en la cadena o…
Enfermera – Antes de morir era el autor de la historia, quizá eso le impide ser poeta.

LA INVASIÓN DE LOS POETAS FUNCIONARIOS ZOMBIS IV
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