Hacía mucho que había dejado el tema aparcado, pero el destino ha querido entrecruzarse como el argumento de una telenovela. Colocado en una papelera, sólo a la vista de miradas especialmente atentas y sensibilizadas con estas prácticas subversivas, se anunciaba este fenomenal Pepe. La ciudad, por vez primera, te revela un mensaje, un juego, y al instante el espectador entra a formar parte de esta delirante trivialidad. Vi como las letras tipo, perfectamente contorneadas (arrancadas de algún lugar con celo, paciencia y mimo, alguna pe mayúscula un poco arrugada) hacían sombras en el acero inoxidable de la papelera que destellaba flamante e impoluta. Papelera se convierte en Pepe. O mejor dicho en “P pe”. Quizá la e que faltaba sucumbió a la terrible monotonía urbana.
Documento este hecho en el que no participé como autor pero sí como espectador sobrecogido por esta fina gamberrada.
Otro día os comento la gala de los premios MTV.
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