13 de noviembre de 2010

Columna seca

En la estación de Príncipe Pío (España, Madrid) atrajo nuestra atención el cartel que he digitalizado y que pueden ver en sus pantallas según los ajustes de brillo y luminosidad que habrán tenido a bien en configurar en su debido momento. Si no es así, gradúen su monitor ahora, es muy recomendable.

Columna seca
. Me dije, es magnífico, una especie de radiocasete con un mensaje realmente intrigante. Estaba sacando la foto y atrayendo la atención de algunos transeúntes - siempre es así, en cuando haces algo distinto pasa eso o aparece un guardia de seguridad - cuando realmente me di cuenta que ahí no había ninguna clase de intervención artística. El fantástico Columna seca no resultaba ser más que un aviso, probablemente para bomberos. Dicho de otro modo: aquel icono no era un radiocasete sino una cosa muy útil en caso de incendio, desplome o yo que sé qué accidente. Y como colegirán ustedes, me llevé una profunda decepción. Resulta que uno, al final, presa de su entusiasmo, ve cosas donde no las hay. Iba a proseguir mi andadura, taciturno, apesadumbrado y todo cuanto podamos añadir que suene así un poco literario cuando reparé en que alguien había tachonado algunas de las letras del cartel, tal y como puede observarse en el siguiente detalle;


Al fin, en aquel cartel había un proceso aunque aún estuviera lejos de los fenómenos a los que aquí solemos prestar atención, mucho más nítidos y elaborados. El asunto invita a la reflexión y se asemeja al estudio de los restos de alguna tribu primitiva o una forma de vida microscópica. Ésto para mi viene a ser como si ahora encontraran protozoos en Marte. Quizá no es la clase de vida que soñamos encontrar pero nos ofrece el consuelo de no estar solos en el universo. Al menos, a nivel biológico. Si nos hemos encontrado con ésto en otra ocasión, quizás, podamos echar una partida de ajedrez con un alienígena.

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