14 de agosto de 2018

The prearrecife files

El otro día quise redactar una entrada para el blog resumiendo algunas de mis experiencias en el mundo de la música. Pensé que no me ocuparía mucho tiempo ni espacio, el caso es que la cosa empezó a extenderse como un cáncer hasta el punto de alcanzar una treintena de páginas. Derivé la publicación a Issuu y estuve cosa de varios días escribiendo, con la sensación de que estaba perdiendo el tiempo y que podría dedicarme a labores más productivas o a obras que pudieran ser mejor apreciadas. La verdad es que el asunto, fuera de mí y de la gente que me conoce, puede interesar bastante poco. 

Sin embargo, en un país donde pagar a los músicos con un par de cervezas es algo de lo más corriente, me parece pertinente transmitir mis vivencias como músico, que no son, ni de lejos, las más duras ni traumáticas del mundo (muchísimos músicos lo han pasado muchísimo peor que yo), para que, si alguien que piensa que la música es un hobby o similar y no debe de tener las mismas condiciones de un trabajo normal, se aperciba de que su concepción no tiene mucho sentido. 

Tampoco es que mi principal intención sea aleccionar a la gente, pues, entre otras cosas, lo considero una misión imposible. Quiero que esta sea una lectura disfrutable, se entretengan un rato, o el asunto les aporte algo de experiencia y panorámica. Hubo un tiempo en el que consideraba que escribir sobre mi vida era algo así como un sucio acto de onanismo. A día de hoy no lo veo con buenos ojos, tampoco, pero he terminado aceptándolo porque, a parte que resulta inevitable, la vida de uno es lo que uno mejor conoce y escribir sobre la vida de Alejandro Magno, por ejemplo, pues es muy diferente.

Aquí, sin más, les dejo The prearrecife files.

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