Últimamente suele ocurrirme con cierta frecuencia. Pasa que
tengo abandonadas mis empresas literarias y en momentos puntuales del día me
suelen asaltar ideas fantásticas sobre ensayos. En el momento en el que me
pongo a escribir descubro que no recuerdo nada sobre mis pasadas y visionarias ocurrencias, de modo que entonces
acostumbro a escribir textos como el que está leyendo usted ahora mismo. Este
mismo texto que compongo escogiendo frases como esta.
Solución a mis diatribas podría ser una libreta. - Esto último
me lo he sugerido yo en ausencia de algún amigo al que le estuviera
describiendo la situación -. Un cuaderno, un borrador, un papel de emergencia… una
llave que me permita acceder a esos armarios que en su momento me parecieron
repletos de esencias. Pero lo más seguro es que cuando me sentase a escribir
descartaría las ideas anotadas pues por muy bien que las anotara siempre obtendría
la sensación de decir una cosa distinta a la que pensé o, aún peor, distinta de
la que pretendía decir.
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