31 de diciembre de 2012
La última palabra
Me gustaría disponer de una palabra, un mantra, en fin, una construcción silábica que repitiéndola una y
otra vez me sanase y me reportara beneficio espiritual. Por alguna razón siento
que esa palabra debe ser parecida a un pronombre personal. Igual recitar la
lista de los pronombres personales puede desembocar en una experiencia mística.
Yo, tú, él…
Pero si esto resulta hasta cierto punto ridículo podemos
recurrir a grandes éxitos del ayer y hoy como, por ejemplo: Gate Gate Paragate Parasangate Bodhi Svaha, o Señor
ten piedad. Contar hasta diez algunos lo señalan como apropiado y hasta los
insultos también provocan hondas sensaciones.
La palabra podría ser también un balbuceo, un sonido, un
gesto...
Casi alcanzo a escribirla, a pronunciarla…
Pero no es necesario nombrar lo innombrable, basta con
confiar que está ahí.
Ese otro texto
Últimamente suele ocurrirme con cierta frecuencia. Pasa que
tengo abandonadas mis empresas literarias y en momentos puntuales del día me
suelen asaltar ideas fantásticas sobre ensayos. En el momento en el que me
pongo a escribir descubro que no recuerdo nada sobre mis pasadas y visionarias ocurrencias, de modo que entonces
acostumbro a escribir textos como el que está leyendo usted ahora mismo. Este
mismo texto que compongo escogiendo frases como esta.
Solución a mis diatribas podría ser una libreta. - Esto último
me lo he sugerido yo en ausencia de algún amigo al que le estuviera
describiendo la situación -. Un cuaderno, un borrador, un papel de emergencia… una
llave que me permita acceder a esos armarios que en su momento me parecieron
repletos de esencias. Pero lo más seguro es que cuando me sentase a escribir
descartaría las ideas anotadas pues por muy bien que las anotara siempre obtendría
la sensación de decir una cosa distinta a la que pensé o, aún peor, distinta de
la que pretendía decir.
27 de diciembre de 2012
29:35 - Orquesta Arrecife
La portada del álbum está inspirada en el Poeta de las pirámides y su título
corresponde a la duración. Se publicó el día de navidad (25 de diciembre de
2012) y le restan 25 segundos para cumplir con la media hora. El autor de El viaje de Antonio reveló, además, que
el 29 es para él un número mágico.
Tags: Piano, Teclados, Sintetizador, Instrumental,
Orquestal, Electrónica, Slowtempo, Lowtech, Ambient, Relaxing, Underground,
Classicalinfluenced, Bluesinfluenced.
Podéis escucharlo aquí.
(Gratis y sin publicidad)
24 de diciembre de 2012
Feliz navidad
Incluso quien considera que es feliz sufriendo persigue la
felicidad, la satisfacción… hablo del masoquista o del cristiano, de algunos
poetas… aunque sufran y hasta quieran sufrir, van en pos de la dicha. Es como
si todos quisiéramos ser felices y hasta quien desea morir, lo hace por evitar
sufrir.
Todos queremos ser felices y nadie infeliz, ahora bien, cada
uno tiene una idea distinta de la felicidad. Las empresas nos venden felicidad,
las religiones nos ofrecen felicidad, los políticos nos prometen felicidad… el
fútbol, la música, tumbarse en la hierba, tomarse un café, dar un beso… las
drogas, el juego… existen tantas ideas de la felicidad como personas en el
mundo. Y a pesar de esta imprecisión conceptual la felicidad parece encontrarse
siempre al final del videojuego, detrás de la última pantalla. Un camino con
tantas bifurcaciones que se convierte en laberinto, en otra conceptualización
platónica, en la pirámide de Maslow, en Dios, en Epicuro, en Coca-cola o en Gin-tonic.
Independientemente de lo que sea la felicidad muy pocos son
los que se reconocen felices durante el tiempo que les gustaría permanecer así.
Al menos en este primer mundo donde la felicidad se asocia generalmente a algo
pasajero, transitorio y poco místico. Ignoro si los indios de las tribus del
Amazonas son más o menos felices que nosotros aunque me incline a sospecharlos
más dichosos. Tampoco sé si existe un lugar donde la felicidad no sea como el
sabor de un chicle.
Aquí, en el primer mundo, parece que nos acordamos más de la
felicidad conforme se acerca la Navidad. De ahí quizás que las navidades acaben
convertidas en algo triste.
Pero no deben preocuparse porque no voy a ser yo quien les
amargue la cena. Eso, si tienen algo que cenar. Voy a despedirme y a desearles
unas felices Pascuas aunque cuando usted lea esto pueda ser en pleno mes de
agosto. Más que una feliz navidad lo que deseo, por extensión, es que sean
felices.
19 de diciembre de 2012
Oda a Tracer
Gente como Tracer (en la foto) o tantos otros anónimos
perdidos en el vasto internet, de forma altamente desinteresada y sencilla,
cumplen con una labor impagable. Gente como Tracer hace posible que los medios
de producción no sean propiedad exclusiva de unos pocos.
Parece que hay cierta controversia con el tema de la
piratería.
Lo último es que pagaremos el canon digital con nuestros
impuestos.
A partir de 2007 pagábamos más por un montón de dispositivos de almacenar o reproducir música dando por hecho que íbamos a realizar copias privadas. Todo, sin consultar a las autoridades ni a los consumidores sobre si esta medida era la idónea. En el 2011 se anuló la orden que regulaba el canon digital. El canon sería reemplazado por un nuevo pago a cargo del Estado. El Gobierno español, en plena época de recortes, trata de compensar a la industria de la música por la piratería y el saqueo indiscriminado.
Es lógico.
Los malos son los negritos del top-manta y los buenos los gestores y políticos con sobresueldo, jubilaciones millonarias, De Goes, cuentas en Suiza...
10 de diciembre de 2012
Extraño título tiene la entrada anterior
Pocos días antes del lanzamiento de 29:35 la Orquesta Arrecife se ha declarado en suspensión de pagos. Ya no hay café para nadie. Los productores dicen que hay que trabajar para salir de la crisis, los músicos abandonan la orquesta paralizando el lanzamiento del disco y los seguidores empiezan a interesarse por otros grupos.
9 de diciembre de 2012
“Por supuesto que recurro a sustancias psicoactivas para elaborar mis composiciones. La droga ayuda a desinhibirte y a estimular la percepción sensorial. El artista tiene mucho de chamán. La música tiene mucho de rito y en éstos las drogas tienen cabida”.
“Un artista ávido de fama o de dinero no se diferencia mucho de un oficinista que aspira algún día a conducir un deportivo como el de su jefe. Nos han enseñado a creer en el éxito y en base a los esfuerzos desinteresados de millones de jóvenes artistas se ha montado un auténtico Eurovegas”.
Y, sin duda, lo más polémico de todo:
“Prefiero la mermelada de fresa a la de melocotón”.
5 de diciembre de 2012
De cómo nuestro narrador descendió a los jardines
Y LOS DESENCUENTROS QUE ALLÍ TUVIERON LUGAR
Humedecí mi pluma en el tintero tras consultar con mi
frasquito de sales qué peluca debería lucir mañana a las importantes recepciones
que requerían de mi obligada presencia. Mi tocado predilecto estilo Luis XIV me
había sido sustraído desafortunadamente[1],
con lo cual el frasquito de sales contaba con más adeudo que mi pluma, algo
rezagada con respecto a mis exquisitas divagaciones a aquellas intempestivas
horas de la anochecida.
Al igual que el poeta de Dante, pronto cejé en mis vanos y
obstinados empeños literarios para internarme en una oscura selva que era mi
jardín. Me deleitaba extraviándome en su laberinto con la complicidad de la
oscuridad, de la espesura, del rumor de las fuentes y del gorjeo de las aves
nocturnas.
Al pronto intuí que algo allí había cambiado. Todo era común
pero a la vez distinto. La noche, sí, era oscura; el laberinto, simétrico; mis
pies calzaban unas botas algo deslucidas… pero algo era del todo inusual. Tan raro y extravagante como un elefante
montando en bicicleta y tan invisible como el mismo Hades. Para colmo, un pavo
real así me lo advirtió:
- Está raro el jardín esta noche ¿no lo cree Su Ilustrísima?
En efecto, algo raro había, ¿pero
qué diablos…? Por más que escrutaba los rincones del laberinto no hallaba el
motivo de mi tribulación.
- Quizás las estrellas…
Me sugirió el pavo y, por unos instantes, pensé que
encontraría la solución a aquel cruel enigma en alguna constelación. ¡Oh
despiadada incógnita, oh atroz arcano! Fue tal si las palabras pronunciadas por
el pavo real acentuasen más la sensación de extrañeza que me apresó al visitar
el jardín y que todavía no me había abandonado.
En mi acostumbrado paseo por los intestinos del laberinto, el
ave se prestó a hacerme compañía y a ofrecerme un poco de conversación. Acepté
gustoso.
Mientras sorteábamos encrucijadas y doblábamos los setos que
hacían de esquinas en aquel laberinto, el pavo real departió acerca del
terremoto de Lima, de la excavación de las ruinas de Pompeya, del Círculo de
Viena… Yo asentía tímidamente ante los razonamientos ofrecidos por el ave y a
veces me sorprendía de su mundanismo. Quizás en ocasiones se pavonease un poco
pero me pareció inevitable y poco pertinente reprobárselo.
- En fin… - Al pie de la escalinata que nos conducía de regreso
a mis aposentos, el pavo real recogió sus alas, lo que equivale a introducir
las manos en los bolsillos. Se disponía a dar aquel coloquio por zanjado - mañana
será otro día, ¿no lo cree Su Ilustrísima?
- Sí, imagino - respondí, aún confuso debido a mis
inexplicables y latentes impresiones.
- He encontrado a Su Ilustrísima sensiblemente taciturno y
ensombrecido esta noche ¿se encuentra bien?
- Sí, desde luego, agradezco su atención. Ocurre que algo
raro he advertido desde mi llegada al jardín, pero no he acertado con el
motivo.
- Algo raro hay, es claro, yo también lo he notado y así se
lo hice saber. Al principio pensé que mi conversación con Su Ilustrísima era lo
extemporáneo. No quiero ofenderle, entiéndame, ocurre que no acostumbro a conversar
y menos a hacerlo con animales que no tienen alas. Sin embargo nada anómalo ha acaecido.
Hemos intercambiado impresiones sobre el terremoto, las excavaciones…
- No se olvide tampoco del empirismo consecuente - señalé, e
insistí seguidamente - ¿Y no le resulta acaso extraño que los dos hallamos albergado
la misma extrañeza y que ninguno consiga dar con la causa, con el móvil, con la
explicación a este pálpito también en sí mismo desconcertante?
- Sí, desde luego, es raro todo - y el ave se tornó
meditabunda, rascándose el pico con una de sus patas, lo que equivale a
llevarse la mano a la barbilla en actitud reflexiva.
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