9 de noviembre de 2015

Hombres, robots y dinosaurios

Anoche soñé que me encontraba en un mundo postapocalíptico con parajes montañosos y llenos de vegetación. El protagonista permanecía en una especie de fábrica abandonada e intentaba acceder a un conducto de ventilación, pero una rejilla de metal se lo impedía. Huía de algo, o de alguien.

Al final, la rejilla cedió gracias a la ayuda de un pequeño robot que accionaba un mecanismo y el protagonista, experto en robótica, desmontó el robot, que tenía una luz roja. Pretendía arreglar el robot con restos de otro robot. También quería volver a dejar la rejilla tapando el conducto, pero ya era tarde pues los dinosaurios que le acechaban merodeaban cerca.

Los dinosaurios eran muy voraces y esquilmaban grandes superficies boscosas de las montañas. Algunos se desplazaban en motocicletas y prendían fuego a los montes. Buscaban humanos, pero si estos no se movían ni emitían ninguna luz podían pasar desapercibidos. Como los robots que funcionaban también tenían luces, pues también estos acababan destruidos por los dinosaurios. Aquí y allá había restos de construcciones de una civilización humana, como la fábrica abandonada, y también robots desmembrados, entre la maleza.

Nuestro protagonista logró acercarse a una vieja casa en ruinas y allí descubrió un ermitaño que vivía confinado en un pequeño aseo, con un ordenador. El anciano también reparaba robots. Nuestro protagonista se internó en el aseo y cerró tras de sí las puertas de cristal que amortiguaban el ruido que pudiera alertar a los dinosaurios. Sin embargo, a pesar de las precauciones, los dinosaurios llegaron hasta la casa y sus habitantes huyeron. El protagonista iba camino de un acantilado y el ruido de sus pasos orientaba a los dinosaurios, que le perseguían rápido en sus motocicletas. Cuando llegó al borde del precipicio, el protagonista dio un salto a un lado y los dinosaurios cayeron por el precipicio.

Me encontraba en una casa rural. Había pasado allí unos días y tenía que abandonarla, de modo que hice la maleta. La dueña de la casa se quejaba de mí, porque lo había dejado todo desordenado y recuerdo que me ponía a fregar platos. La dueña, en cambio, estaba muy contenta con el resto de los huéspedes, quienes se pusieron a cantar a coro una canción magnífica.

Un diente se me cayó. Estaba hueco y lleno de algo que parecían diamantes relucientes. Fui a enseñárselo a mis padres y me puse a recoger todos los diamantes que habían quedado diseminados, tratando de recomponer el diente para que el dentista lo pudiera ver. Mis padres me avisaron que eso no me serviría de nada y era verdad, pues los diamantes perdían su brillo y empezaban a deshacerse.

1 comentario:

Cuaderno de Adalha dijo...

Me encanta!!!! dinosaurios en motocicletas XD