En ocasiones he andado o circulado por una carretera y he
observado que algún vehículo pierde alguno de sus tapacubos. Dado que las ruedas
de los vehículos giran con fuerza y velocidad los tapacubos salen despedidos y
llegan a rodar grandes distancias descontrolados hasta que se detienen colisionando
con algo y abandonando todo movimiento como si fueran monedas que han escapado
de nuestro monedero. Los tapacubos son de plástico, pesan poco y son hasta
cierto punto bastante inofensivos. Ignoro si cumplen alguna función además de
la puramente estética.
Ninguno de los conductores que he visto se ha dado cuenta de
que ha perdido el tapacubos mientras conducía.
Si algún día ustedes tienen ocasión de presenciar esta
escena advertirán que puede guardar cierto parecido con otra escena de alguna
película en blanco y negro de Charlie Chaplin. A cámara rápida y de escaso
metraje, cómica y, a su vez, algo triste.
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