Revisando cosas que tenía por ahí me he dado cuenta que ya desde temprana edad tenía cierta sensibilidad hacia lo... ehm... mecánico. Fíjense si no en las montañas del segundo dibujo, en los brotes de hierba o en los copos de nieve del primero, ahí ya se trasluce lo que terminaría convirtiéndose en una auténtica enfermedad artística. También era muy maniático en el asunto de los colores; no se me ocurría mezclarlos ni tampoco sacarlos de sus delimitados contornos. A todo esto ¿Qué narices hacía el flautista de Hamelin con un cuchillo?
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