Anoche soñé que mi novia quería coger un taxi para llegar
a un centro comercial. Recuerdo que estaba lloviendo y deambulábamos por el
parking descubierto de una especie de zona de restaurantes. No sabíamos muy
bien si los taxis estaban en huelga o fuera de servicio debido a la crisis
sanitaria, pues no veíamos ninguno operativo y, en suma, no sabíamos si el
centro comercial al que queríamos llegar estaría abierto. Vimos pasar a un
taxista, pero este iba acompañado de su mujer y su hijo pequeño, al que estaba
enseñando a conducir el taxi.
Asistía también con mi novia a una boda entre dos mujeres de cierta edad, quizá extranjeras. Estábamos alumbrando con la linterna de nuestro teléfono móvil al techo y las paredes, seleccionando para ello diversos colores que estaban disponibles. A una de las novias le gustaba especialmente el azul y tratábamos de armonizar este color entre todos los colores que estábamos probando.
Además de las novias, éramos cuatro los invitados a la boda. Llegamos hasta una sala con sillones y allí una de las novias me pidió que cambiase el hilo musical, que en esos momentos estaba sonando por unos altavoces con bastante mala calidad. Me dirigí hasta una radio y pedí un conector minijack, resultando que me prestaron un conector USB que también me servía.
En mi móvil, a parte de la lista de las luces de la linterna, tenía también disponibles listas de música. Después de descartar una lista de luces rosa y azul, puse a reproducir una lista de rock, que arrancó con unos acordes cortados de guitarra distorsionada que me recordaba a los primeros años de los Beatles. La lista sonó simultáneamente por mi móvil y la radio, por encima del hilo musical de mala calidad, y a la novia pareció gustarle.
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