De camino a su casa, íbamos departiendo sobre música. Habíamos de ascender una suerte de promontorio, describiendo una espiral, atravesando una suerte de descampado.
Un hombre con su perro, que lo había sacado a pasear, caminaba
más rápido que nosotros, y hubimos de cederle el paso. Cuando llegamos a la
casa, ya era casa de mi novia, y mi novia entraba haciendo topless. Le pregunté
si iba a entrar de esa guisa algo extrañado y ella dijo que no, que no se había
dado cuenta.
Dentro de la casa, había colocada decoración navideña. Reparé en varias velas encendidas cuando mis ojos se acostumbraron a la oscuridad. Saludé efusivamente a la hermana de mi novia y a su madre, que parecían extranjeras. Faltaba por encender una gran vela en el centro de la mesa, y me dispuse a hacerlo.
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