27 de agosto de 2019

Los vengadores

Anoche soñé que acercaba a mi hermano a algún lado en coche. Llegábamos a una rotonda elevada y ahí no cedía el paso a un vehículo, de modo que, para corregir mi falta, me aparté a la derecha con motivo de que me rebasara. El vehículo en cuestión había cruzado la rotonda a cierta velocidad, describiendo una línea prácticamente recta. Resultó ser un vehículo de la policía. 

La policía nos paró y nos interrogó, se dedicaron a revisar nuestra documentación y a rellenar lo que parecía una multa. Mientras esto ocurría, me dediqué a inspeccionar una suerte de nave industrial, donde encontré muebles apilados. Una amiga mía, o mi hermano, estaban buscando una silla y yo les recomendaba, más que una silla buena, una silla cómoda, que permitiera tener la espalda recta, pues a pesar de que en aquella nave hubiera bastantes sillas, no todas se encontraban en buen estado. Finalmente, encontré una silla adecuada, y me alegré de tenerla allí; parecía que había comprado aquellos muebles con la intención de ocupar un piso y estos eran más baratos de lo que cabía esperar.

El guardia me entregaba la multa y yo pensaba, en un principio, que tendría que abonar unos 170 euros, pero la multa rondaba los 500, cosa que me indignó bastante y me puso de mal humor. Cuando ya estábamos dispuestos a partir, mi hermano se entretuvo en desplegar una rampa hidráulica que salía del maletero de nuestro coche, elevándola bastantes metros hasta que se partió al colisionar con el puente de una fábrica. Desaprobé aquella acción de inmediato, argumentando que, de seguir así, no tardaríamos en ganarnos otra amonestación. 

Nos habíamos entretenido bastante con los trámites de la multa y la rampa, de modo que sugerí a mi hermano volver a casa en vez de dirigirnos al lugar donde teníamos previsto ir, pero finalmente optamos por seguir el plan inicial. Miraba el mapa GPS y veía que atravesábamos carreteras demasiado rápido.

Era posible que el mapa estuviera desajustado, no obstante, era complicado detener la marcha para arreglarlo. El GPS me señalaba un destino del que desconfié, aun así, estacioné en la plaza de aparcamiento indicada y el lugar era una oficina de correos. Había una carta para nosotros, carta que abrí para descubrir un anuncio de la película Los vengadores. Mi hermano me dijo que, antes de abrir la carta, ya se esperaba el anuncio.

Cuando desperté y fui al baño, reparé en que me llegaba spam hasta en sueños.

No hay comentarios: