Anoche soñé que
acercaba a mi hermano a algún lado en coche. Llegábamos a una rotonda elevada y
ahí no cedía el paso a un vehículo, de modo que, para corregir mi falta, me
aparté a la derecha con motivo de que me rebasara. El vehículo en cuestión
había cruzado la rotonda a cierta velocidad, describiendo una línea
prácticamente recta. Resultó ser un vehículo de la policía.
La policía nos paró
y nos interrogó, se dedicaron a revisar nuestra documentación y a rellenar lo
que parecía una multa. Mientras esto ocurría, me dediqué a inspeccionar una
suerte de nave industrial, donde encontré muebles apilados. Una amiga mía, o mi
hermano, estaban buscando una silla y yo les recomendaba, más que una silla
buena, una silla cómoda, que permitiera tener la espalda recta, pues a pesar de
que en aquella nave hubiera bastantes sillas, no todas se encontraban en buen
estado. Finalmente, encontré una silla adecuada, y me alegré de tenerla allí;
parecía que había comprado aquellos muebles con la intención de ocupar un piso
y estos eran más baratos de lo que cabía esperar.
El guardia me
entregaba la multa y yo pensaba, en un principio, que tendría que abonar unos
170 euros, pero la multa rondaba los 500, cosa que me indignó bastante y me
puso de mal humor. Cuando ya estábamos dispuestos a partir, mi hermano se
entretuvo en desplegar una rampa hidráulica que salía del maletero de nuestro
coche, elevándola bastantes metros hasta que se partió al colisionar con el
puente de una fábrica. Desaprobé aquella acción de inmediato, argumentando que,
de seguir así, no tardaríamos en ganarnos otra amonestación.
Nos habíamos entretenido bastante con los trámites de la multa y la rampa, de modo que sugerí a mi hermano volver a casa en vez de dirigirnos al lugar donde teníamos previsto ir, pero finalmente optamos por seguir el plan inicial. Miraba el mapa GPS y veía que atravesábamos carreteras demasiado rápido.
Era posible que el
mapa estuviera desajustado, no obstante, era complicado detener la marcha para
arreglarlo. El GPS me señalaba un destino del que desconfié, aun así, estacioné
en la plaza de aparcamiento indicada y el lugar era una oficina de correos.
Había una carta para nosotros, carta que abrí para descubrir un anuncio de la
película Los vengadores. Mi hermano me dijo que, antes de abrir la
carta, ya se esperaba el anuncio.
Cuando desperté y fui al baño, reparé en que me llegaba spam hasta en sueños.
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