El reverso de las señales de tráfico es un lugar muy socorrido para el arte urbano. También lo son las farolas, los semáforos y, por descontado, las paredes.
Adueñarse de un espacio, comunicar un mensaje, manifestarse activamente... la cuestión es intervenir el entorno ya sea como mero pasatiempo, ya sea para proponer nuevas alternativas sociales o políticas a menudo en la frontera de la legalidad. En ocasiones la adrenalina de hacer algo prohibido convierte el acto en algo adictivo; en ocasiones un planteamiento ideológico te lleva a la calle, a la plaza, al terreno público donde entre el ruido y la confusión urbana aparecen movimientos herméticos y personalísimos, cuyo verdadero alcance, en la gran mayoría de los casos, será un verdadero misterio para el autor.
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