El pulso de la ciudad ha cambiado, eso es una realidad incontestable al margen de lo que acontecerá en un futuro político y económico distinto o igual que el de ahora. Negarlo no sería una actitud realista ni sincera.
No todo el pulso de la ciudad ha cambiado pues en Madrid se sigue recogiendo la basura, se sigue tratando de cumplir el horario de los transportes públicos, la gente realiza sus recorridos habituales… pero una parte significativa de Madrid ha cambiado: la plaza y sus alrededores. Muchos recorridos de los ciudadanos han confluido en la plaza como si en ella hubiera un poderoso imán. Y el aspecto de la plaza, por descontado, no es el mismo. Los ciudadanos han dejado de comportarse normativamente para hacerlo activamente, en ocasiones lúdicamente, aumentando la interacción de unos con otros. La plaza es hoy un territorio público conquistado por el ciudadano y por lo que se ha anunciado como una apuesta desinteresada de algunos colectivos; un lugar donde concurrir y reflexionar.
Ojalá que en el futuro, cuando atravesemos la plaza no tengamos que hacerlo para protestar pero espero y deseo que en el futuro no sigamos atravesando la plaza de una manera igual o parecida a como la atravesábamos hasta hoy. En silencio, en solitario y, la gran mayoría, descontentos con la realidad del mundo en el que vivimos.
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