21 de noviembre de 2012

El pianista


Cuando el protagonista de esta modesta historia era pequeño soñaba con ser pianista. Cuando tuvo dinero para comprarse un piano no dispuso de tiempo suficiente para aprender a tocarlo. Cuando tuvo el piano y tiempo de aprender, padeció Alzheimer. Después de esto, abandonó el mundo tal y como vino: con las manos vacías.

Hoy, es claro, nadie recuerda a este hombre como un gran pianista. No es que no se le recuerde porque no llegara a ser un gran pianista sino que, encerrado en esta historia que es su vida como personaje, se tiende a recordar, en cualquier caso, su historia. Y esta historia que tildé de modesta, amigos míos, será olvidada pese a que usted la recuerde apenas cierre el libro.

Pocas tribus del Amazonas, de otro lado, han tenido la oportunidad de recordar a Dante. Y no creo que estén faltos de cultura. La realidad de un indio del Amazonas se le presenta de forma tan nítida como a nosotros la nuestra. En muchos casos ambas realidades tienen poco o nada que ver. En otros casos las realidades son una y la misma.  

Este hombre -protagonista de esta historia y eterno olvidado- tuvo un sueño en el que era pianista igual que un indio de la tribu de los Uaiás soñó alguna vez con escuchar la voz de Arasy, madre del cielo. Y toda vez que soñaba, de tanto que debió soñar, se convertía a cada rato en un pianista distinto. Un pianista, al cabo y seguro que en alguna ocasión el mejor que nunca se haya recordado y se recordará jamás. Hasta en lo más profundo y oscuro del Amazonas debió ser conocido. Él, en cierta manera, interpretó todas las piezas del mundo. Solo o acompañado de los mejores músicos. En el Royal Albert Hall o en el salón de su casa. Eso, sin saber nada sobre música, sin necesidad de una sola hora de ensayo… en el sueño de nuestro protagonista él era capaz de ejecutar la música más bella.

Tuvo un piano y también Alzheimer. Jamás supo tocar el piano. Olvidó todo lo que aprendió. Marchó igual que vino.
Pero tuvo un sueño. No es que los sueños no suelan hacerse realidad; los sueños siempre son parte de la realidad.

No hay comentarios: