– Pero
hombre, si es mi narrador preferido, ¿qué tal se encuentra hoy?
Perplejo,
la verdad, hasta hace bien poco no me había propuesto hacerme una pregunta para
responderme acto seguido.
– ¿Sigue
en busca de un título de verdad para su libro? ¿Debería haber un título pero no
lo hay o acaso Aquí debería haber un
título es de por sí un título? Imagino que cuando algo no tiene título, o
nombre o forma ninguna de llamarse surge la imperiosa necesidad de nombrarlo de
alguna manera con el fin de referirse a ello. Un libro, efectivamente, debería tener título. Incluso si nos
refiriéramos a algo mediante el silencio deberíamos de caracterizar este gesto
de forma particular para entendernos y no confundirlo con otros silencios que
se refirieran a otras cosas o acaso que no se refirieran a nada. Así, su libro
puede ser esto, eso o aquello; una obra, un montón de párrafos, una soberana
falta de sentido común… Su libro se podría haber titulado así: Sin título, a secas, pero eso sería al
fin como si a alguien le preguntáramos por su nombre y respondiera: me llamo Sin
nombre. En mi opinión, si hubiese querido que su libro no se titulara de forma
ninguna debería haber dejado en blanco la portada y los espacios donde el
título figura. Sería un libro sin título en vez de un libro cuyo título no hace
referencia a nada. Ni siquiera a la obra que usted ha escrito. Está presente,
en cierta forma, un título, pero se trata de un título, si me permite que le
hable con franqueza, ciertamente desafortunado.
Debo
reconocer que no sólo el título, también el libro es bastante desafortunado y
no creo que se trate de un libro de verdad
aunque pueda tener título, páginas y hasta prefacio. De hecho, muy pocas
personas al margen de mí mismo y, si acaso, de este personaje que en realidad
soy yo desdoblado, saben de su existencia. Lo cual tiene su punto frustrante y
su aliciente estético. Hemos de entenderlo como un mensaje en una botella
arrojada al mar. Pasa lo del título, lo de las páginas, lo del prefacio pero
que no lo lea nadie… un libro sin que nadie lo lea es como la representación de
un actor que interpreta un papel solo delante de un espejo. Pero esto último se
trata de una aproximación, la cuestión es ¿existe el yo sin el otro? Imposible.
Con lo cual todo esto no existe en realidad. Sólo mientras tú lo lees cobra
sentido.