8 de octubre de 2012

Control



Nuestro mundo civilizado es posible gracias a nuevas formas de colonialismo[1]. Dicho en otras palabras: podemos comprar álbumes de música en una tienda virtual y escucharlos en nuestro iPod mientras otras personas sólo aspiran a tener algo que comer esta misma noche. El mañana es algo todavía más incierto e inseguro. Puede que estas personas vivan en un mundo subdesarrollado pero la pobreza se extiende también a nuestro propio mundo. A lo largo de nuestra vida –¿nuestra?– nos vemos obligados a comerciar con nuestro tiempo –que es vida– si queremos comprar algún día canciones en una tienda virtual en vez de estar preocupados por qué cenar.
No sólo las desigualdades son terribles; la marea nos arrastra a todos independientemente de hacia dónde nademos. Esta marea a la que me refiero no son sino acontecimientos que no son generados por nosotros. Alguien nos incluye en ellos.

El mundo pertenece a los poderosos. Son ellos quienes generan los acontecimientos. Los estandartes de sus fortunas se alzan sobre una montaña de cadáveres y los ondean un montón de sicarios. Representan una minoría no obstante poseen las armas, el dinero o la información. Algunos son sobradamente conocidos y famosos mientras que otros son tan desconocidos como tú y como yo. Pero entre ellos y nosotros media una trinchera y un muro de hormigón forrado con alambres de espino. Son como dioses en la tierra y nosotros tenemos que cargar con las pesadas piedras que servirán para construir su monumental pirámide. Con un poco de suerte tendremos una tumba en los alrededores del panteón con preciosas vistas al mar.

Ellos determinan lo legal a través del gobierno, la verdad a través de los medios informativos, la redención a través de su Iglesia… ellos tejen la realidad en la que vives aunque puedas ser consciente de que instituye una ficción injustificada e injusta.


[1] Hace tiempo de esto ya; cuando Europa perdió su poder hegemónico en la Segunda Guerra Mundial, el viejo imperialismo europeo se sustituyó por el programa de desarrollo estadounidense basado en los conceptos de un trato justo y democrático. Fue una campaña política del presidente Truman. Sin embargo, aunque no faltaron buenas palabras, en realidad el viejo modelo de colonización acabaría, al fin, reformulado. El mismo perro pero con distinto collar.

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