Anoche, mientras Luimmi desempeñaba sus labores de padre, tuvo a bien escuchar lo último de la Orquesta Arrecife: Armonía de las esferas.
Me preguntó si recientemente había estudiado armonía y, con objeto de responderle, me vi en el requerimiento de desvelar parte de los entresijos del proceso creativo.
Inicialmente, después de tratar de empaparme de la teoría pitagórica sin demasiados resultados propicios, tomé como referente un artículo de la Wikipedia -que tampoco terminé de desentrañar completamente, huelga decir- donde hallé una cita no demasiado contrastada de nueve notas relacionadas con los cuerpos celestes descubiertos por entonces. Como dato curioso, entonces Ceres era un planeta y no había noticias de Plutón.
Tras un conato fallido en el que abandoné el centro tonal de forma catastrófica, preferí aplicar fórmulas bastante sencillas y, por decirlo así, dadá, a fin de integrar esas nueve notas de diferentes maneras, esto es, usando su tonalidad, alterándolas, permutando su orden…
En vez de un traslado de los postulados de un complejo estudio armónico, digamos que mi labor fue similar a la de un mero copista, que simplemente aplicó los colores de la paleta al lienzo, a pesar de que no quedaran muy bien juntos lo cual, lejos de provocar un mal cuadro, terminó por conseguir un resultado distinto al resto de la colección.
Pero no voy a entretenerme más en preámbulos y vamos ya a lo que nos ocupa, que es el análisis de Luimmi, muy particular, coincidente en algunos puntos con los postulados del trabajo y en otros con su experiencia.
1. Hermes
Como introducción, elegir al Dios mensajero me parece un acierto. Comienzo imaginándome una escena infinita, como un firmamento, un sonido idóneo para introducir los créditos y la dinámica general del disco, que intuyo seguirá esa línea.
Los matices de la producción son muy finos y las texturas muy conseguidas. Después, un piano hace que todo se vuelva más cercano, más tangible. Casi un plano detalle de alguien dándome algo. De alguna manera, me hace sentir con la responsabilidad de leer un mensaje importante. Una especie de misión, que no es para salvar al mundo, sino para que me salve yo mismo de mí mismo, y la carta trae una promesa de salvación muy luminosa.
Los arreglos a partir del 2.22
aproximadamente son puro virtuosismo. Creo que la melodía que entra luego, aun
siendo acertada, dentro del relato, me lleva a otro sitio que no guarda
relación con la atmósfera que se estaba generando.
2. Afrodita
Se acerca la diosa del amor,
pero está más cerca de un puticlub que de una nube del Olimpo. A menos que en
las nubes haya trompetistas de jazz. Encontramos algún toque oriental que le
pega alrededor del 5.11. Lo habría mantenido para enlazarlo con más suavidad
con Gea.
3. Gea
Es claramente la tierra. Se ve como en un documental de National Geographic. Una atmósfera fluida, no sé si densa o ligera, y percibo un toque africano que remite a la tierra, justo antes de incluir instrumentos de viento.
Conceptualmente tiene chicha. A
nivel de cohesión le falta algo de empaque, pulir algo mejor las ligaduras,
quizá.
4. Ares
Mi favorita. Estoy terminando (spam) de escribir un cómic que habla del personaje histórico en el que se basó Bram Stoker para crear su novela Drácula, y creo que esta música es perfecta para ilustrar el final de la guerra.
Un gobernante se adentra en
tierras calcinadas y repletas de muertos. Si ha vencido o si ha sido derrotado
no es relevante. Importa la sensación de presenciar la guerra, y creo que esto
está muy bien transmitido aquí.
5. Ceres
Aquí es cierto que puedes imaginar en los primeros compases algo relativo al cultivo. Algo cíclico, como mujeres arrojando semillas y otros campesinos segando el trigo.
A partir del 13.54 esa sensación cíclica remite más a la idea de un planeta orbitando que a la de una planta creciendo. Curioso que planta y planeta compartan la misma raíz, pero la primera, etimológicamente, significa quedarse en un mismo sitio, mientras que la segunda significa errar o caminar sin rumbo fijo.
La tercera parte del corte puede entenderse como una combinación de ambos conceptos.
Sin el sol y la luna dando
vueltas, no podrían crecer las plantas.
6. Juno
Aquí hay algo de imponente.
Una matriarca, quizá. Una celestina... Acordes en tensión, pero armonías
estables. Algo al acecho y protección que se convierte en regocijo a partir del
minuto 17 aproximadamente. Muy bonita.
7. Cronos
El padre del tiempo principia
con esos arpegios y esas campanadas lúgubres. Memento Mori. Hay algo de
siniestro en esa balada lacónica y los arreglos a partir del gong del 19.26 son
una puta maravilla. No sé si me condiciona tener al bebé cerca, pero esos
acordes que creo que están en progresión I V introducen muy bien a
8. Caelus
Lo imagino como a una especie
de Macaulay Culkin descendiendo de las nubes, con gafas de sol.
9. Nereida
Quizá eche de menos aquí un sonido menos aristocrático, más cercano a Debussy que a Mozart. Menos relojes y espejos y más hojas meciéndose en las ramas.
Aquí mi imaginación andaba por otro lado que el propuesto por la música, y he terminado en compañía de ninfas, cenando en el salón de La bella y la Bestia.
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