6 de noviembre de 2021

El vuelo 320

Anoche deambulaba por el aeropuerto en busca de mi vuelo. Solo disponía de un papel arrugado con una tarjeta de embarque incompleta. Me costó Dios y ayuda adivinar que mi vuelo era el número trescientos veinte. Aun cuando dispuse del número y pude preguntar por él, perdí mi maleta y, tratando de sustituirla, me hice con la mochila de algún otro viajero. Hube de abandonar rápido una zona desordenada, con equipaje por los suelos, a fin de que el dueño de la mochila no me descubriera. 

El aeropuerto estaba dispuesto en varios niveles, algunos abandonados. Era oscuro y había multitud de cintas transportadoras. 

En una calle, aparcamos accidentalmente cerca de un juzgado, pues rayamos el coche con otro. Pensé que como nuestro coche ya estaba rallado no tenía demasiada importancia. Debía de hacerme con una máquina de presión de agua, para limpiar algo. Fui a orinar a un lugar apartado, donde había un gran charco. Un hombre de cierta edad hizo un comentario sobre una cicatriz en mis partes íntimas, lo cual me molestó, y le dije que era un viejo verde, lo cual le pareció bien a los pocos transeúntes que deambulaban por ahí. 

En la calle había una zona acordonada, y habían realizado algunas obras en una suerte de subterráneo, al que se accedía por medio de un sistema de compuertas y alcantarillado. Algunos de estos accesos no estaban terminados y podrían resultar peligrosos para el viandante. También parecía que en el subterráneo había construídas pistas de tenis. Los desagües los habían colocado de tal forma que, cuando soltaban agua, esta llegaba hasta la ventana de nuestro piso, que estaba situado a bastantes metros de altura. Por suerte, el agua aún no estaba sucia. Tomé fotos de la ventana y las humedades con mi móvil para reclamar a los constructores pero, cuando fui a enseñarlas, no sabía donde las había guardado. 

En una zona de obras, la máquina a presión estaba sellada y protegida, así que por el momento no utilizamos ninguna moneda para activar su funcionamiento. Solo pude dirigir un poco de agua a presión a la propia máquina, que estaba embadurnada de grasa negra. 

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