En mi antigua casa, el sol entraba con plenitud por la ventana. Buscaba unos altavoces. Cuando miré hacia el exterior de la vivienda, vi un robot volando, una especie de dron de plástico que también disponía de ruedas a fin de moverse por el suelo.
El robot aterrizaba y mi hermano salía de casa a recogerlo. Sin embargo, una niña se adelantaba. No tuve más remedio que abandonar también la casa para tratar de convencer a la niña que el robot era nuestro. El padre de la niña vino entonces a hablar con nosotros, era albañil. Mi hermano y yo nos pusimos a elaborar cemento.
A lo lejos, descubrí una tormenta con rayos permanentes (esto es, rayos que permanecían fijos en el cielo y no desaparecían) y observamos como una pequeña nube negra se desplazaba a gran velocidad por el cielo. - Parece un OVNI - comenté. El resto de la tormenta se iba acercando a nosotros. Había un claro en la tormenta y, cuando estuvo a nuestra altura, el efecto era tal como si nos ubicáramos en el interior de un estadio de fútbol.
- Qué listos - exclamé - retransmiten el partido con la tormenta para que la gente se vaya a verlo a sus casas -.
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