29 de octubre de 2015

El corto

Soñé que realizaba un cortometraje que daba comienzo con una animación. Uno de los personajes llevaba puesto un vestido rojo muy vivo, intenso, similar al color de algunas flores llamativas. El vestido se fue decolorando, pudriéndose, y tuvimos problemas para reproducir aquel color rojo tan fantástico, así que lo sustituimos por un azul eléctrico, con toques de violeta, también muy vistoso. 

 

La siguiente toma estuvo ubicada en una habitación con una cristalera a través de la cual entraban los últimos rayos anaranjados del sol de la tarde. Había conseguido hacerme con un sobre lleno de documentos en árabe sobre la muerte de una chica en un atentado. Junto a los papeles, en el sobre, había también unas rosas envueltas en plástico.

Los documentos presentaban diferentes formatos, algunos eran de aspecto burocrático, otros se asimilaban más a un emotivo y fúnebre panegírico. Los dispuse todos cuidadosamente sobre un escritorio-cama, añadiendo algunos útiles de escritura, junto con las rosas.

En aquella pequeña habitación había demasiado personal de rodaje, tomé algunos planos, uno especialmente interesante con las cortinas de la ventana meciéndose con el viento. Sin embargo, ninguna toma resultaba buena porque siempre se colaba alguien por algún lugar del plano.

La luz se estaba desvaneciendo y me iba desesperando pues aquel era el último día de rodaje y aunque toda aquella gente estaba trabajando conmigo y tratándome de ayudar, en realidad estaban arruinando el corto. Los papeles de la mesa se descolocaban, temía que alguno se perdiera y las rosas quedaron aplastadas. Enfurecido, me puse a blasfemar y obligué a todo el personal abandonar el plató. 

 

Cuando conseguí algunos planos de la mesa con los papeles, me puse a grabar la última toma del corto. Utilicé un gran objetivo para captar los márgenes de la costa selvática que se divisaba desde la habitación, rodeada de montañas. Fui ejecutando un trávelin desde las alturas de aquella habitación, pero a la mitad del recorrido iba cegándome con los reflejos del sol sobre las aguas, obligándome a apartar la vista del objetivo. Entró entonces un amigo a ayudarme con la grabación, tomó la cámara, y utilizó una lente de color violeta, supongo que para tamizar aquella luz blanca cegadora.

En un principio le dejé hacer, pero luego vi que el resultado era pésimo y me volví a enfurecer. Estaba mi amigo trajinando con la cámara cuando un meteorito impactó sobre una de las montañas. Maldecí de nuevo, pues aquel importante cataclismo no había quedado grabado. Agarré la cámara y enfoqué a la montaña, de donde salía despedido un espeso humo negro. La onda expansiva del meteorito (que en realidad era otro atentado de autoría islámica) no tardaría en alcanzarnos, de tal modo que cerré la ventana para que el agua y la tierra no entrase en la habitación, donde todo estaba limpio y ordenado, dispuesto para el rodaje.

 

Pero mi hermano había dejado otra ventana abierta y la habitación comenzó a quedar abnegada. Discutí inútilmente con mi hermano y finalmente opté por cerrar su ventana. La habitación iba sumergiéndose en el agua, pronto no quedaría mucho oxígeno en su interior. Me mantenía preocupado por preservar la cámara y su contenido a salvo en una frágil bolsa de plástico.

27 de octubre de 2015

Too Dark To Read Podcast

Podcast de Jennifer Vandenberg con Space swim como banda sonora.

Budapest

Impresionante portfolio de Rebecca Vislan, quien ha escogido Rapsodia en C para ambientar sus fotos de Budapest. Tema muy acertado pues contiene un fragmento del Csárdás de Vittorio Monti.

El trineo

Recibía clases en una especie de nave abandonada en los márgenes de la costa. En uno de los recreos, empezaba a caminar por las rocas de la playa. Cada vez quedaban menos rocas sobre las que caminar porque la marea iba subiendo. Tuve que acercarme hasta una zona hotelera, con playas artificiales y acantilados blancos que empecé a escalar, sintiendo vértigo y que me faltaba la respiración. En uno de los acantilados encontré un barco de juguete con una forma muy extraña, plana y alargada, era -por lo visto- un barco destinado al transporte de verduras. Intenté ponerlo a flote y creo que lo conseguí, al menos parcialmente.

Con el tiempo, los acantilados blancos se convirtieron en una pista de nieve y pronto estuve ocupado en diseñar un trineo para una competición donde en vez de bajar una ladera, había que remontarla. Tomé medidas y puse muelles encima de unos esquíes para amortiguar los impactos. En el trineo coloqué algunos muñecos y algo de marihuana. A medida que el trineo fue ascendiendo por la ladera, este se fue deshaciendo y desmembrando, dejando tras de sí un surco de grasa, como si en vez de un trineo fuera un bocadillo. Los muñecos quedaron bastante accidentados -uno perdió una pierna- y la marihuana fue desapareciendo. Cuando el trineo no avanzaba más, enarbolamos una bandera en la pista de nieve, con motivo de señalar su marca.