(1) Pasar la página y no pasar página, especificamos que no queremos hacer referencia a esa común expresión mediante la cual se alude al cierre de un capítulo lamentable.
No es nuestra intención subestimar la aguda inteligencia del lector hasta este extremo. Imaginamos que si en estos momentos se encuentra en el presente parágrafo es que, además de haber abierto el libro, ha pasado la página mas reflexionen por unos minutos: ¿la han pasado de forma conveniente? Al margen, por descontado, de si era conveniente pasar la página ¿podían haber pasado la página de forma mejor? Cada quien tiene un modo personal e intransferible de pasar la página, esto es claro, pero el hecho de pasar la página evidencia que ya se es víctima de algún tipo de convención. Dado que no pretendemos excedernos en la libresca inutilidad jactanciosa y preambular, ofreceremos una serie de consejos útiles fundamentados en la experiencia personal a fin de hacer del lector un ser menos contemporáneo:
1. Es conveniente, por comodidad, dirigirse siempre a la parte superior o inferior del margen derecho para volver la página, ya que los ángulos del libro ofrecen mayor agarre y seguridad -mayor tacto, digamos- que la zona central.
1. Es conveniente, por comodidad, dirigirse siempre a la parte superior o inferior del margen derecho para volver la página, ya que los ángulos del libro ofrecen mayor agarre y seguridad -mayor tacto, digamos- que la zona central.
2. Si se opta por volver una página desde la zona central se advertirá prontamente que el libro sufre mayor deterioro: las posibilidades, aun bastante remotas (depende, claro, del estado del libro y del estado del lector) de rasgar la página se incrementan y, en suma, existe cierta tendencia a volver las páginas arrastrando cualquier falange sobre la cara primera, impregnando con mayor facilidad el papel de sudor, grasa o incluso saliva si uno previamente ha humedecido la yema de su dedo (aquí hablamos de segregaciones corporales pero ello no excluye que los dedos pudieran estar impregnados de otras sustancias).
3. Sobre la práctica de humedecer los dedos calificarla de muy poco cívica y educada. Sabemos de la mejor adherencia y facilidad de volver la página con el dedo humedecido pero ello no origina sino un deterioro del libro y un gasto adicional de saliva.
4. Se recomienda el uso de las siguientes falanges: pulgar, índice y corazón. El anular, como su propio nombre indica, sirve para llevar anillos, en cuanto al meñique, constituye la falange más despreciable de las cinco.
5. En caso de que se quiera realizar una lectura rápida, descuidada… en caso, decimos, de que se quiera buscar, por poner, un pasaje concreto… se puede recurrir al uso de la zona central, manteniendo el pulgar sobre el canto de las páginas y dejando que éstas se deslicen suavemente según la presión ejercida.
6. La falta de costumbre da pie a que a la hora de volver las páginas en el orden menos habitual (no de izquierda a derecha sino de derecha a izquierda), es decir, a la hora de volver sobre las páginas, se cometan con mayor frecuencia toda clase de errores del tipo ya indicados.
7. Se recomienda, asimismo, hacer uso de la inteligencia (esto no sólo a la hora de volver una página) y evitar en la medida de lo posible el marcar una página doblándola, insertando un marca-páginas de grosor inadecuado, o subrayar, garabatear, anotar, escribir… sobre el libro, amén de otras prácticas de índole diversa y/o conferir al libro unos usos que no le son propios.
[El salvador del país de las musarñas. Pág. 2].
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