Soñé que, a través de una ventana, veía un pelícano negro, bastante grande y bastante feo. Por momentos parecía un temible dinosaurio. Fui a por mi cámara de fotos para fotografiarlo y recuerdo que me costaba bastante enfocar al pájaro y obtener buenas composiciones.
Ya no estaba en Alcalá de Henares, sino en un piso en Benidorm, y el pelícano no era negro, sino blanco. Trataba de que en las fotografías resaltara sobre un fondo no demasiado colorido. El pelícano llevaba a sus espaldas dos pequeñas crías.
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