En nuestro segundo capítulo de esta temporada de cómo sajar a los
músicos: El ofertón de enero, cincuenta dólares para registrar tus
canciones y que la Reverb se moleste en coleccionar tus royalties,
previo peaje del 15% (eso sí, sin comisiones añadidas).
Todo
ello, puede entenderse, libre de ningún tipo de posicionamiento ni plan
de marketing, es decir, tus temas por sí solos van a alcanzar las 3
escuchas en Spotify (si con suerte llegan) generando 0.0007 céntimos de
dolar por escucha y, si tienes muchos
amigos o una sólida fan base, será como invitarles al concierto de tu
banda para que paguen a la sala por verte.
Mientras, tú corres con los gastos del local de ensayo, el taxi o
furgoneta, el bocata, el equipo, los cds rotulados, las camisetas... a
cambio de la propinilla, pero claro, merece la pena porque haces lo que
te gusta, que debe ser trabajar gratis en el mejor de los casos, porque
lo común es trabajar pagando.
Millones de oyentes abonan esporádicamente su cuota a las grandes plataformas (una subscripción premium puede alcanzar los 10 euros mensuales, por poner) y, según nos cuentan, ningún negocio de streaming es rentable a día de hoy, pues todos generan más pérdidas que ganancias.
¿Costosos servicios de almacenamiento y distribución, publicidad, representación, merece la pena que no sean rentables para beneficios fiscales? Lo que queda claro es que las tarjetas black no las distribuyen entre los músicos precisamente y muchas veces son estos, para colmo, además de quienes suministran los contenidos, los mejores clientes de las plataformas.
Millones de oyentes abonan esporádicamente su cuota a las grandes plataformas (una subscripción premium puede alcanzar los 10 euros mensuales, por poner) y, según nos cuentan, ningún negocio de streaming es rentable a día de hoy, pues todos generan más pérdidas que ganancias.
¿Costosos servicios de almacenamiento y distribución, publicidad, representación, merece la pena que no sean rentables para beneficios fiscales? Lo que queda claro es que las tarjetas black no las distribuyen entre los músicos precisamente y muchas veces son estos, para colmo, además de quienes suministran los contenidos, los mejores clientes de las plataformas.
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