12 de diciembre de 2023

Los tres "must" de un single

Paralelamente a la labor de grabar músicas -la parte más divertida e importante de mi actividad artística- desarrollo un miserable rol de productor en el que debo, en el transcurso de un año, decidir qué temas recopilaré en una única colección absoluta, última y definitiva. La colección que me llevará a ser recordado por siglos venideros, hasta prácticamente la extinción de la humanidad.

La regla hasta el momento consiste en escoger un tema por álbum, razón que presenta sus desventajas pues, en ese tramo, puede que ningún tema merezca la pena, mientras que en otro álbum pueden designarse hasta dos o tres singles. No diré cuatro o cinco pues ya dos o tres, a fin de entendernos, me parece exagerar.

Como parche a los criterios de selección, desde hace algún tiempo, cada anuario va acompañado de la publicación de una decena de temas de respaldo, o caras B, en las cuales soy un poco más permisivo con propuestas algo más arriesgadas y menos, por así decir, redondas.

Un dato: los singles hasta el año 2022 representan cerca de un 9% del total de la producción. Esto significa que uno de cada diez temas se coloca todos los años en un pedestal. Pedestal que a veces tiene que ser retirado, puesto que el tiempo, con justicia inapelable, acaba destronando muchos cortes.

Algo que me lleva frecuentemente a tomar decisiones precipitadas para las inclusiones en el anuario, entre muchos otros factores, es el denominado efecto último tema, regla según la cual algunas de las últimas publicaciones destacan inmerecidamente sobre las anteriores, solo por el hecho de ser más nuevas.

Tradicionalmente el criterio de terceros -crítica, público- me ha llevado a realizar buenas elecciones. También malas. El problema del criterio del público es que, dado el poco tráfico de escuchas que recibo, no extraigo constantes reveladoras de las estadísticas. En cuanto al criterio de la crítica… lo empleo más como una opinión secundaria, supeditada a la mía. La experiencia me dicta que la crítica y el público se suelen equivocar tantas veces como yo me equivoco. Otras veces me revelan verdades que no estoy preparado para aceptar.

Otro criterio que me ha parecido interesante a la hora de destacar cortes es su inclusión en medios audiovisuales, pero esto vendría a ser otro criterio del público pues, aunque haya excepciones, en general los video creadores se guían más por el hecho de que un tema musical les caiga en gracia que por el hecho de que sea funcional, además de que la facilidad de acceso al tema condiciona su elección.

Constantemente repaso álbumes uno por uno, en busca del mejor corte posible, y al final, he de reconocerlo, la decisión última está basada en razones abstractas, anímicas y no muy imparciales.

No obstante, he querido desglosar una guía que me auxilie en esta labor y quizá, de paso, ayude a alguien que se vea en similar tesitura, encontrando tres criterios que, lejos de ser los únicos, son relevantes para adivinar si un tema musical es destacado o anecdótico:

1.     Consistencia: Me refiero a que un tema, en cuestiones mayormente formales, sea sólido y convincente. Que no se deshaga ni se derrumbe mientras suena.

Si fuera un busto de alguien importante, el busto debería representar bien el modelo y, en definitiva, estar bien ejecutado, con un empleo adecuado de las técnicas, los materiales y una visión acertada de los volúmenes, la anatomía y el espacio.

El corte musical ha de estar en un tono adecuado y ajustarse al contexto en el que se desarrolla; si es un tema de terror, por ejemplo, debe ser terrorífico; si es una balada, debe ser conmovedora y si es un blues, pues debe obedecer a sus patrones y no sonar a reguetón, por poner.

En otros términos, afirmaría que es un tema que “suena bien”, bien porque sus directrices composicionales (el empleo de la armonía, ritmo y melodía) sean claras, acertadas y logren servir a su destino; bien porque el sonido, en términos estructurales, sea adecuado (volúmenes, timbres, dinámicas, captura, mezcla etc.).

2.     Originalidad: Siguiendo única y exclusivamente ese primer criterio, como es de verse, escogeríamos temas muy bien compuestos o grabados que sin embargo podrían tener poco o nada que aportar en un plano menos formal y más eidético. Más mágico.

Recurriendo de nuevo al paradigma del busto de alguien importante, ahora lo que tocaría sopesar es que ese busto fuera único y distinto, especial, esto es, que tuviera algún atractivo fuera de ser la mera y obvia representación de una persona importante.

Es un tema musical en el que diría, en términos flamencos: “tiene duende”. Es único, original, personal, distintivo… representa una suma dentro del repertorio, o sale bien parado comparado con otras músicas de otros autores.

Se aprecia que este criterio es más subjetivo que el primero, pero una buena valoración de este parcial puede ser más importante si cabe.

Desarrollo: Aquí atenderíamos a aspectos narrativos y globales del tema.

Vendría a significar considerar el tema como una secuencia en la que, desde el principio hasta el final, ha provocado algún efecto en nosotros. Entrarían en juego pues, tintes más subjetivos todavía que en el segundo criterio y cabrían valores puramente emocionales o inconscientes.

Sería, de alguna forma, como estimar si un relato está bien narrado; si es interesante, si es conmovedor, entretenido o si ha merecido la pena escucharlo. Si ha progresado o transcurrido de manera satisfactoria.

Un balance de estos tres puntos habría de ofrecernos una buena pauta para cazar singles.

 

Finalmente, de forma ocasional, los cortes del anuario influyen unos sobre otros.

Suelo preferir antes un anuario variado que otro con temas mejores, pero muy parecidos. Y esto último ya sí que entra dentro de una preferencia estrictamente personal.

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