Anoche soñé que Yoko Ono tocaba la batería en una suerte de grabación. A juzgar por lo que escuché, lo hacía bastante bien. Observaba a la japonesa y esta me parecía joven, a pesar de su avanzada edad. Tras un despliegue magistral de técnica percusiva, Yoko Ono se encaminaba con uno de sus hermanos hacia la entrada de unos grandes almacenes, allí probaba una suerte de coñac con aspecto de salsa de soja, en lo que podría ser un acto publicitario. Era bastante posible que el brebaje no fuera a hacer demasiado bien a su ya de por si maltrecha salud.
Un grupo de jubilados celebraban una reunión en un pequeño apartamento, una especie de bungalow con moqueta clara. Habían sustituido un microondas y su respectivo mueble por uno más nuevo, de diferente color. El antiguo era como de madera y el nuevo de plástico, color gris oscuro. Todavía el microondas antiguo permanecía en la entrada, lleno de grasa y suciedad, a la espera de su retirada. Alguien llegaba a llamar a la puerta, pero no se trataba de una visita muy deseada. Tras esta interrupción, los jubilados siguieron entretenidos en su velada y a mí esto, por alguna razón que desconozco, me pareció justo.
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