28 de agosto de 2018

El taller de empleo

Me encontraba en una suerte de taller de empleo junto con algunos antiguos compañeros de la facultad de Bellas Artes. Recibíamos una oferta de empleo que consistiría en limpiar unos baños que utilizaba un jardinero de un pueblo cercano. Nos ofrecían un sueldo en torno a los doscientos euros.

Echaba mis cálculos y veía que, con la gasolina, aquello no iba a salirme muy a cuenta. En suma, el jardinero trabajaba de madrugada, y había que estar limpiando baños bastante temprano. No sabía si el horario era negociable. También habíamos de hablar con la mujer del jardinero, que era quien se encargaba de la oferta, y esta tenía bastantes requerimientos. 

Visité los baños y por algún motivo anduve inspeccionándolos. En un principio los baños estaban situados en una especie de cobertizo de un jardín, pero luego se encontraban en un centro comercial. Hasta allí habían ido dos de mis compañeros del taller, a presentar su candidatura.

Una de las chicas que quería trabajar en la limpieza de los baños me comunicaba que estaba un poco agobiada por la cantidad de trámites que estaba obligada a efectuar, antes de entrar a trabajar. De mi parte, definía aquello como un trabajo de mierda en el que verás mucha mierda. Otro compañero también estaba postulando, pero lo hacía un poco a desgana y simplemente por desesperación.

En el centro comercial, el jardinero y su mujer estaban atendiendo una especie de puesto de alimentación, con palomitas y helados. El resto de los comercios parecían llenos de tiovivos y máquinas para niños pequeños. Una cafetería tenía sus máquinas en funcionamiento, ocupadas por niños, y la dueña conectaba las luces, de color verde y rojo, como una suerte de paneles informativos.

Los dueños del centro comercial habían organizado una comida y allí estábamos mi padre, el compañero de la candidatura sin mucha fe y yo. Para llegar al ágape había tenido que saltar por huecos de varias escaleras, algunas de las cuales se encontraban precintadas.

La comida era bastante buena, pero se acabó pronto y estuve rebañando los platos, hambriento.

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