27 de junio de 2016

El proceso de selección

Era de noche y llegaba hasta unas oficinas. Para trabajar allí había de superar unas pruebas. En cada prueba irían eliminando a un candidato. No recuerdo la primera prueba, que superé exitosamente, pero en la segunda tenía que firmar dentro de un recuadro, de forma que la firma quedara lo más recta y centrada posible. Pregunté si podía servirme de uno de los extremos del recuadro y me dijeron que sí. Firmé y, debido a las exigencias, mi firma no quedó muy conseguida. Pero aquello bastaba.

Llegó la tercera prueba consistente en una simple pregunta. Una mujer trajeada (todos en la oficina vestían de la misma manera) formuló lo siguiente:

"Si la competencia se reúne para aprobar algún plan, ¿a ti te preocuparía?"

Respondí que sí, que obviamente, pero aquella no era la respuesta adecuada.

"Debes de preocuparte más por tu empresa que por la competencia".

Tuve que abandonar la oficina y allí todo el mundo salía por varias puertas. Había unas guías también trajeadas que se ocupaban de que todo el personal saliera de la oficina por la puerta que le correspondía. Había puertas para trabajadores, para gente despedida, para parejas, para gente con hijos... creo que me confundí y abandoné la oficina por la última puerta y, al salir, vi que se estaba celebrando una suerte de terapia con bebés. Me uní a la terapia y me sentí aliviado pues, de alguna forma, así tenía oportunidades de entrar en la empresa.

Recuerdo una jefa que tenía una gran capa roja que desplegaba y plegaba en una extraña coreografía.

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