La seguridad.
Puede estar presente en un mitin político de cualquier
gobierno. También en un anuncio de compresas.
A todos, lógicamente, nos gusta estar protegidos en un mundo
de indefensión perpetua donde sabemos que la muerte nos sorprenderá
inevitablemente. Se puede hacer negocio con ello. Y si para lucrarse en aras de
la seguridad es necesario inocular un poco de miedo pues mejor que mejor. No es
nada nuevo, ya lo hizo la Iglesia Católica durante un largo tiempo. Ya sea el
hombre del saco, el infierno o que entren a robar en nuestra casa es suficiente
para que nos sintamos desprotegidos, vulnerables y crédulos. En la actualidad
vendemos seguridad para construirnos un mundo cada vez más opresivo donde la
única vía de escape a parte del porno en internet parece la paranoia conspiratoria. Antes de hablar
de ella quería hablarles de otra cosa, pero mejor voy a ahorrarles tiempo y a
hablar de ella.
Surge mi desafortunado empeño en inventarme palabras que
posiblemente existan en un tratado de psiquiatría, de la inspiración directa que
me produjo visionar un documental. El documental en cuestión trataba sobre el
testimonio de Bob Lazar, un tipo simpático que al parecer ha tenido problemas
con la justicia y que dice haber estado dentro de platillos volantes en un área
militar llamada S4. También dice que sus problemas con la justicia vienen de
ahí mismo.
No sé si será cierto o no, pero de estar trabajando allí, Bob
habría trabajando dentro de uno de los lugares más protegidos y seguros del mundo. Conozco a los americanos
en cuestiones de seguridad y os aseguro que eso sí debería exigir un apartado
dentro de tratados de psiquiatría. No es de extrañar que después de su
experiencia Bob piense lo que piense. Probablemente si cualquiera de nosotros
viviera allí una temporada saldría, cuanto menos, pensando cosas, como solemos
decir, un poco raritas hubiera o no
marcianos. Y si en realidad no estuvo allí después de todo comprendo a Bob y me
parece normal que alguien piense algo así pues el mundo en el que vivimos cada
vez está más controlado, cosa que hace a algunos preguntarse, de
una manera u otra, si esto no es en realidad Matrix o algo parecido.
De modo que me puse en el lugar de Bob Lazar para tratar de averiguar
si los extraterrestres existen o somos nosotros y no logré esclarecer mis dudas.
Lo que desde luego tuve claro es que si yo pensase cosas parecidas a estar
dentro de platillos volantes en una zona de máxima seguridad del ejército
estadounidense independientemente de que fuera cierto o no, procuraría
escribirlas de forma altruista y dejar que las leyera mi gato pues, mentiras o
verdades, sólo lograrían complicarme la vida. También me podrían dar dinero, de
otro lado... Pobre Bob, me digo, unos le consideran un loco y otros un
visionario, y no sé qué es peor.
Nota autobiográfica de escaso valor:
Mientras reflexionaba y escribía
sobre todo esto ha aparecido un mensaje de mi antivirus notificándome amablemente
que estoy enviando SPAM de forma masiva. Hasta ahora yo me creía protegido con
mi antivirus pero resulta que soy, una vez más, vulnerable. La pregunta es ¿gracias a mi antivirus? Espero no
invertir el resto de mis escasos recursos económicos en más seguridad.
Y de nuevo otra interrupción: los
altavoces del ordenador han emitido sin previo aviso lo que parece ser el comercial
de una película en inglés. Podría haberme parecido sobrenatural pero sabía que
si apagaba los altavoces dejaría de escuchar cualquier mensaje que pretendiese
salir de ellos. ¿Acaso no les parece sospechoso que esté últimamente siendo
atacado por virus con una intención tan… comercial?
Siendo este medio cada vez más
molesto puede que la próxima entrada la escriba con bolígrafo. También puede
que la escriba con bolígrafo en un psiquiátrico, libre de infecciones virtuales,
problemas que no existen, publicidad y porno, pero entonces tú no me habrías
leído. A lo mejor a ti no te conozco en absoluto y a lo mejor tú, a través de
lo que escribo sabes más de mi que yo mismo. Pero a lo mejor si esto ha llegado
a ti soy yo el que te vigila. Bienvenido a Matrix
donde, mientras vivimos una soberana mentira, podemos visitar al bueno de
Bob.