28 de septiembre de 2011

Callejones, Sien



Desde esta publicación, hace algún tiempo ya, esbozamos la teoría de los callejones. Dentro del trazado urbanístico de internet hay vías muy frecuentadas en contraste con otras en las que desembocas prácticamente por accidente. Esto se debe a que los buscadores, por desgracia y/o fortuna, todavía no nos llevan directamente a la información exacta que estamos buscando.

Internet es un altavoz que cualquiera puede utilizar para decir lo que le venga en gana. Esto, entre otras cosas, ha generado una sobreabundancia de información de todas las calidades posibles. Ahora mismo millones de personas están almacenando tal cantidad de datos que serían necesarias varias generaciones para asimilarlos. Pero no nos asustemos porque, desde un tiempo, esto siempre ha sido así; el saber almacenado en las bibliotecas, por ejemplo, es inabarcable.

Si queremos quejarnos podemos alegar que el caos informativo es tremendo, que una búsqueda sencilla puede entretenernos en la lectura de contenidos poco útiles, sino escabrosos. En los callejones en los que podemos desembocar, qué duda cabe, podemos recibir un navajazo. Las ideas sobre el control de contenidos en internet, hasta la fecha, se han presentado como ineficaces y, aún estableciéndose una censura, irían en detrimento de nuestra libertad. Quizá algún día las empresas consigan monopolizar internet pero, hasta la fecha, disfrutamos de un escenario favorable para lo que se conoce como auto-producción. El mercado de la música, por poner el caso más llamativo, ha experimentado una revolución fascinante gracias a la red de redes. Ya no hay una cultura underground, la cultura underground está ahora a disposición de todo aquel que tenga conexión y una terrible paciencia.

La obra de Sien es un claro ejemplo de auto-producción y si la conocemos -todo sea dicho- es por causas ajenas a Internet. Descubrirla por otros medios hubiera requerido demasiada suerte. Este artista rescata cosas de la basura y las incorpora a su estudio; vive, por así decir, a costa de los desperdicios, entre el fanzine, lo cañí y lo bizarro. Flaco favor le hacemos al artista desde aquí haciendo eco pues de sobra saben quienes siguen habitualmente Las Torres de Papel que se encuentran en otro callejón. Como es ésta la naturaleza de la publicación, nos complace mucho más difundir obra rara y original que la de artistas más mediáticos aunque, siendo imparciales, hay que decir que la calidad de contenidos no depende directamente de su difusión. Como ocurre en la experiencia deambulatoria, lo insólito tiene siempre un valor añadido.

Hemos escogido, de entre lo que hemos podido ver de Sien, algunas piezas en el entorno urbano, por ser lo que más en sintonía está con otras publicaciones nuestras pero otras secciones son igual de interesantes. De otro lado los enlaces de Sien nos llevan por unos desvíos también muy recomendables. Quien quiera consultar la fuente original, aquí está


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