31 de agosto de 2011

Historia de un aviso


En un contenedor de papel, posiblemente algún vecino de la zona decidió dejar un aviso pidiendo educadamente al ciudadano que no depositase restos orgánicos. Hablamos de un vecino porque es poco probable que nadie que pase por allí de vez en cuando se entretenga en este problema. A parte de ser un lugar que no está destinado a tal efecto, los restos orgánicos provocan fuertes olores al descomponerse, entre otras cosas, lo cual, como deja constancia nuestro vecino, atrae a insectos como las avispas. Para nuestro supuesto vecino puede ser un asunto verdaderamente grave ya que, de ser alérgico a la picadura de estos insectos, incluso puede tratarse de una cuestión de vida o muerte. Lo cierto es que, conjeturas al margen, desconocemos hasta qué punto las avispas suponen una molestia para el emisor del mensaje.

El por favor nos ha llevado a tildar el aviso de educado o, cuanto menos, de formal. Sin duda hubiera sido más cortés si al término de éste hubiera colocado algún gracias, suavizando sensiblemente su notificación, tal y como suele hacerse en algunos de estos mensajes. Estamos tan acostumbrados a la formalidad estructural de algunos avisos que en ocasiones se pasa por alto y la advertencia sólo consigue ser incómoda o agravante. Las multas, los avisos de desahucio… este tipo de documentos suelen estar llenos de fórmulas corteses y protocolarias que tratan de atemperar una situación conflictiva. Cabría decir que muy poca gente aprecia la urbanidad de nuestro emisor cuando éste nos está poniendo sobre aviso. El origen de estas formalidades es diplomacia pura y dura. Nuestro vecino necesita de la colaboración de los ciudadanos para resolver un problema y es por ello por lo que opta por la educación y las buenas maneras sin pecar de excesivo con algún gracias que desde aquí podemos haber sugerido. Educado pero firme, así decidió publicar nuestro vecino y es que en verdad los documentos de los que hablábamos antes nunca caen en el ruego y la súplica sino que, ante todo, pretenden dejar constancia de que se tiene la sartén agarrada por el mango.

Con posterioridad alguien se esmeró en una corrección ortográfica y gramatical colocando una coma, una tilde y sustituyendo una b por una v en avispas. Lances como estos pueden observarse frecuentemente en internet donde el lector encontrará verdaderos descuidos intencionados o no y, del otro lado, un ejército de retóricos ávidos de defender la reglamentación de la RAE. Creemos que otro vecino, al ver el aviso, se sintió identificado con la problemática y añadió una corrección de estilo al aviso ya existente imprimiéndole un tono amenazante lejos de formalidades: Al que lo pille lo denuncio, también gramaticalmente sospechosa pero a la sazón no corregida. Será contestado con un escueto: que te den por culo con el que, de momento, finaliza la conversación manuscrita que hemos documentado.

Creemos que por favor, no dejen restos orgánicos…fue el inicio de la conversación por la disposición del mensaje, ocupando el espacio de forma homogénea y respetando márgenes. Hemos colocado Al que lo pille lo denuncio en segundo lugar porque el que te den por culo está colocado a modo de contestación inmediatamente debajo, aunque pudiera ser que esto último fuera respuesta a lo primero, es decir, al mensaje original. Quedaría por saber si la corrección es autoría de quienes escribieron a posteriori pero con el material del que disponemos parece un punto irresoluble. Nótese como la conversación fuera perdiendo las formas a medida que intervenían participantes y adviértase también cómo, en la ciudad, la convivencia y los diferentes modos de vida de sus habitantes generan tensiones difíciles de resolver.

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