24 de junio de 2010

Estancia donde los cuerpos van buscando cada cual su despoblador. Asaz amplio que permita buscar en vano. Asaz estrecho para que toda escapatoria sea vana. Es el interior de un cilindro rebajado cuyas medidas son cincuenta metros de circunferencia y dieciséis de altura por armonía. Luz. Su debilidad. Su amarillo. Su omnipresencia como si los casi ochenta mil centímetros cuadrados de superficie total emitieran cada uno su luz. El jadeo que lo agita. Se para de cuando en cuando como un suspiro en su fin. Todos se paran entonces. Su estancia va a terminar quizá. Al cabo de unos segundos todo reinicia.

[Beckett, Samuel. El despoblador].

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