19 de noviembre de 2021

Una lectura de la Armonía de las esferas

Anoche, mientras Luimmi desempeñaba sus labores de padre, tuvo a bien escuchar lo último de la Orquesta Arrecife: Armonía de las esferas.

Me preguntó si recientemente había estudiado armonía y, con objeto de responderle, me vi en el requerimiento de desvelar parte de los entresijos del proceso creativo.

Inicialmente, después de tratar de empaparme de la teoría pitagórica sin demasiados resultados propicios, tomé como referente un artículo de la Wikipedia -que tampoco terminé de desentrañar completamente, huelga decir- donde hallé una cita no demasiado contrastada de nueve notas relacionadas con los cuerpos celestes descubiertos por entonces. Como dato curioso, entonces Ceres era un planeta y no había noticias de Plutón.

Tras un conato fallido en el que abandoné el centro tonal de forma catastrófica, preferí aplicar fórmulas bastante sencillas y, por decirlo así, dadá, a fin de integrar esas nueve notas de diferentes maneras, esto es, usando su tonalidad, alterándolas, permutando su orden…

En vez de un traslado de los postulados de un complejo estudio armónico, digamos que mi labor fue similar a la de un mero copista, que simplemente aplicó los colores de la paleta al lienzo, a pesar de que no quedaran muy bien juntos lo cual, lejos de provocar un mal cuadro, terminó por conseguir un resultado distinto al resto de la colección.

Pero no voy a entretenerme más en preámbulos y vamos ya a lo que nos ocupa, que es el análisis de Luimmi, muy particular, coincidente en algunos puntos con los postulados del trabajo y en otros con su experiencia.

 1.       Hermes

Como introducción, elegir al Dios mensajero me parece un acierto. Comienzo imaginándome una escena infinita, como un firmamento, un sonido idóneo para introducir los créditos y la dinámica general del disco, que intuyo seguirá esa línea.

Los matices de la producción son muy finos y las texturas muy conseguidas. Después, un piano hace que todo se vuelva más cercano, más tangible. Casi un plano detalle de alguien dándome algo. De alguna manera, me hace sentir con la responsabilidad de leer un mensaje importante. Una especie de misión, que no es para salvar al mundo, sino para que me salve yo mismo de mí mismo, y la carta trae una promesa de salvación muy luminosa.

Los arreglos a partir del 2.22 aproximadamente son puro virtuosismo. Creo que la melodía que entra luego, aun siendo acertada, dentro del relato, me lleva a otro sitio que no guarda relación con la atmósfera que se estaba generando.

2.       Afrodita

Se acerca la diosa del amor, pero está más cerca de un puticlub que de una nube del Olimpo. A menos que en las nubes haya trompetistas de jazz. Encontramos algún toque oriental que le pega alrededor del 5.11. Lo habría mantenido para enlazarlo con más suavidad con Gea.

3.       Gea

Es claramente la tierra. Se ve como en un documental de National Geographic. Una atmósfera fluida, no sé si densa o ligera, y percibo un toque africano que remite a la tierra, justo antes de incluir instrumentos de viento.

Conceptualmente tiene chicha. A nivel de cohesión le falta algo de empaque, pulir algo mejor las ligaduras, quizá.

4.       Ares

Mi favorita. Estoy terminando (spam) de escribir un cómic que habla del personaje histórico en el que se basó Bram Stoker para crear su novela Drácula, y creo que esta música es perfecta para ilustrar el final de la guerra.

Un gobernante se adentra en tierras calcinadas y repletas de muertos. Si ha vencido o si ha sido derrotado no es relevante. Importa la sensación de presenciar la guerra, y creo que esto está muy bien transmitido aquí.

5.       Ceres

Aquí es cierto que puedes imaginar en los primeros compases algo relativo al cultivo. Algo cíclico, como mujeres arrojando semillas y otros campesinos segando el trigo.

A partir del 13.54 esa sensación cíclica remite más a la idea de un planeta orbitando que a la de una planta creciendo. Curioso que planta y planeta compartan la misma raíz, pero la primera, etimológicamente, significa quedarse en un mismo sitio, mientras que la segunda significa errar o caminar sin rumbo fijo.

La tercera parte del corte puede entenderse como una combinación de ambos conceptos.

Sin el sol y la luna dando vueltas, no podrían crecer las plantas.

6.       Juno

Aquí hay algo de imponente. Una matriarca, quizá. Una celestina... Acordes en tensión, pero armonías estables. Algo al acecho y protección que se convierte en regocijo a partir del minuto 17 aproximadamente. Muy bonita.

7.       Cronos

El padre del tiempo principia con esos arpegios y esas campanadas lúgubres. Memento Mori. Hay algo de siniestro en esa balada lacónica y los arreglos a partir del gong del 19.26 son una puta maravilla. No sé si me condiciona tener al bebé cerca, pero esos acordes que creo que están en progresión I V introducen muy bien a

8.       Caelus

Lo imagino como a una especie de Macaulay Culkin descendiendo de las nubes, con gafas de sol.

9.       Nereida

Quizá eche de menos aquí un sonido menos aristocrático, más cercano a Debussy que a Mozart. Menos relojes y espejos y más hojas meciéndose en las ramas.

Aquí mi imaginación andaba por otro lado que el propuesto por la música, y he terminado en compañía de ninfas, cenando en el salón de La bella y la Bestia.

6 de noviembre de 2021

El vuelo 320

Anoche deambulaba por el aeropuerto en busca de mi vuelo. Solo disponía de un papel arrugado con una tarjeta de embarque incompleta. Me costó Dios y ayuda adivinar que mi vuelo era el número trescientos veinte. Aun cuando dispuse del número y pude preguntar por él, perdí mi maleta y, tratando de sustituirla, me hice con la mochila de algún otro viajero. Hube de abandonar rápido una zona desordenada, con equipaje por los suelos, a fin de que el dueño de la mochila no me descubriera. 

El aeropuerto estaba dispuesto en varios niveles, algunos abandonados. Era oscuro y había multitud de cintas transportadoras. 

En una calle, aparcamos accidentalmente cerca de un juzgado, pues rayamos el coche con otro. Pensé que como nuestro coche ya estaba rallado no tenía demasiada importancia. Debía de hacerme con una máquina de presión de agua, para limpiar algo. Fui a orinar a un lugar apartado, donde había un gran charco. Un hombre de cierta edad hizo un comentario sobre una cicatriz en mis partes íntimas, lo cual me molestó, y le dije que era un viejo verde, lo cual le pareció bien a los pocos transeúntes que deambulaban por ahí. 

En la calle había una zona acordonada, y habían realizado algunas obras en una suerte de subterráneo, al que se accedía por medio de un sistema de compuertas y alcantarillado. Algunos de estos accesos no estaban terminados y podrían resultar peligrosos para el viandante. También parecía que en el subterráneo había construídas pistas de tenis. Los desagües los habían colocado de tal forma que, cuando soltaban agua, esta llegaba hasta la ventana de nuestro piso, que estaba situado a bastantes metros de altura. Por suerte, el agua aún no estaba sucia. Tomé fotos de la ventana y las humedades con mi móvil para reclamar a los constructores pero, cuando fui a enseñarlas, no sabía donde las había guardado. 

En una zona de obras, la máquina a presión estaba sellada y protegida, así que por el momento no utilizamos ninguna moneda para activar su funcionamiento. Solo pude dirigir un poco de agua a presión a la propia máquina, que estaba embadurnada de grasa negra.