11 de noviembre de 2024

Camarero

Volvía a un bar en el que estuve trabajando, ahora a cargo de otros propietarios. No creo que me contratasen, aún así, empecé a desarrollar labores de camarero. Había en el local otros camareros y todo parecía indicar que, pese a que el negocio fuera el mismo, las rutinas de trabajo habían cambiado. 

Recuerdo que empezaban a entrar clientes y no tenía manera de anotar los pedidos, de modo que un compañero me facilitó una minúscula libreta de comandas. No quise abusar de su confianza, de modo que, en vez de llevarme la libreta entera, tomé prestado solo un pequeño taco de hojas. Era realmente difícil anotar los pedidos en aquella libreta, dadas sus dimensiones. Acabé evitando la libreta y escribiendo en las mismas cartas, trabajosamente. Las cartas en cuestión tardé en encontrarlas, aunque dudaba seriamente que en aquel descuidado negocio las tuvieran en cuenta.

Un cliente me pedía un café con leche. Me dirigí a la cocina a prepararlo, pero la máquina de café no funcionaba y la cocinera preparaba café con una cafetera italiana que tardaba demasiado. Cuando el café estuvo listo,lo inundó de nata montada y toda la taza de café quedó cubierta encima de un plato. Iba a sacar el café a la terraza cuando uno de mis compañeros me advirtió que aquel brebaje inundado de nata no era apto para su consumo. Razoné con la cocinera y le hice ver que aquel no era el café con leche que el cliente había pedido. Preparó otro en su lugar. 

El sueño cambió de ubicación en algún momento, y me encontré en un edificio gubernamental, quizá en una biblioteca. Buscaba un ascensor para acceder a las plantas superiores, pero ninguno estaba operativo.

De vuelta al negocio, en un lapso, un hombre pasó al baño sin consumir. Valoré que, como yo no era ya encargado de aquel negocio, lo que hicieran los usuarios no debía afectarme. Estuvo presente esta mezcla entre justificación y responsabilidad en prácticamente todas las acciones que emprendía. 

En la terraza, las mesas estaban desordenadas y la gente empezaba a agolparse. Muchas mesas se mezclaban con las del local anexo de la competencia, con clientes confundidos. 

Cuando empecé a trabajar en el local, había muchos camareros, de tal modo que a penas me veía obligado a intervenir, sin embargo en aquel momento del sueño estaba prácticamente solo en la terraza. Empecé a tomar notas con agobio, pero no dominaba la carta y, en suma, los clientes parecían ser difíciles. Una clienta de un grupo numeroso me pidió dos raciones de patatas y algo más que no llevaba coste. A la defensiva, me preguntó si había algún problema con el pedido, a lo cual respondí que en absoluto, que volvería a la mesa cuando el resto de sus acompañantes tuvieran claro el pedido. 

Saltaba de unas mesas a otras sin obtener buenos resultados hasta que la puerta mecánica del local se cerró mientras sonaba una alarma. El interior del local se había llenado de comensales y, cuando esto ocurría, la puerta se cerraba para no aceptar más clientela. 

Un hombre excepcionalmente alto forzó la puerta y la dejó abierta, penetrando en el local, rompiendo el mecanismo.

27 de octubre de 2024

La cúspide

Existe ahora cierta tendencia relativamente sumaria de artistas de renombre y hombres importantes que nos venden que, tratando de llegar a la cima de la montaña, en ocasiones olvidamos que el verdadero éxito reside en la ascensión a la cima y no en la cima misma.
Por lo visto, uno llega allí, procura la fama, el éxito y el dinero, y apercibe que nada de eso vale realmente; en esencia, que no ha conseguido lo verdaderamente importante ni fundamental. La salud, las cosas sencillas, la felicidad del bocadillo de mortadela encarna la esencia.
 
En relación, sopeso que llegar a la cima es la única manera de comprobar si lo que promueven los gurús es cierto y, si realmente lo determinante es el camino, ¿Para qué coño partirse los cuernos en llegar a la cima?
¿A nadie se le ha ocurrido que entonces puede ser mejor entretenernos en un agradable paseo divisando la montaña en la lejanía, sin intención de escalar trabajosamente?

Supongo que aquel que se ha esforzado en hacer cima tendrá, esencialmente, tres enfoques:
 
1. Ha invertido costosos esfuerzos y, en función de ello, valora enormemente haber llegado donde ha llegado; con lo cual, profesará un gran apego hacia todo lo material e inmaterial que ha conseguido en esas alturas.
2. Ha invertido costosos esfuerzos y, en función de ello, piensa que llegar a la cima no merece todo el sacrificio invertido. Por lo tanto, sí, para el caso, la cima resulta un poco insuficiente.
3. Ha llegado a la cima sin esfuerzos, gracias a un ascensor. Quizá por esto debamos suponer que no le dé importancia a estar en la cima, pero también es posible que las vistas desde ahí le parezcan fascinantes y coja más apego a la cima que el desgraciado del caso 2. Puede que valore más la cima incluso que en el caso 1.
 
De modo que, en conclusión, como aseveraría un programa de Inteligencia Artificial, en la cultura del esfuerzo, para el caso que nos ocupa, es donde reside el verdadero engaño. 
Está bien esforzarse para provocar logros pero, si obtienes metas sin mediación de esfuerzo, lo mismo estás obrando de manera más efectiva e inteligente.

9 de octubre de 2024

La Orquesta Arrecife en Guatemala


 

 

 

 

 

 

Tras encontrar los antecedentes de Orquestas Arrecifes precursoras, nos ha llegado la noticia de la actuación de un grupo homónimo que debió tocar el sábado 11 de mayo de este año en la Feria de la Cruz, en la municipalidad de Amatitlan (Guatemala), tal y como refleja este programa.