Veía un vídeo de los Beatles. Paul y John tocaban una canción visiblemente ebrios subidos en el respaldo de un sofá. Terminaban por perder el equilibrio y caer hacia atrás, quedando sus calzoncillos al descubierto.
Componía y grababa una canción con una nitidez tal que, al poco de despertarme, hubiera podido reconstruir con relativa facilidad. Empezaba con un arpegio grave en el piano y luego se sumaba un dúo de voces que se supone que eran mías, pero sonaban como si las hubiera grabado un amigo mío. En el momento en que entraban las voces, el arpegio de piano subía de octavas y no terminaba de empastar bien con el resto de sonidos. No obstante, la idea general del tema parecía buena.
Antes de todo eso, en algún momento del sueño que no consigo recordar bien, explicaba a alguien por qué Clara se llamaba Clara Chía. Era como si trataba de desvelar con aires trascendentales el significado de la canción que Shakira dedicó a esta mujer y a su antiguo compañero sentimental.