31 de octubre de 2020

Las patatas fritas

Iba a comer con mi familia a un restaurante en el que tardaban en atendernos. Permanecíamos de pie en medio del salón a la espera de que nos dieran mesa. El restaurante contaba con manteles blancos y cubertería que parecía de plata. Era algo, por así decir, distinguido. 

Tras un lapso de tiempo considerable, un camarero accedió a servirnos en una mesa integrada en una suerte de aparador donde guardaban la vajilla. Uno de los comensales había de situarse algo separado de los demás, en adición. Atendieron a la mesa que se encontraba detrás de nosotros, y el camarero comenzó por anunciar que a aquella hora ya no servían menú, con lo cual, todos los comensales rompieron el folio del menú que tenían en pequeños pedazos.

Mi padre, a la vista de este suceso, decidió abandonar el restaurante. A la salida, comenté con un camarero la situación, intentando que me prestara atención, pues había de atender algunas mesas en inglés. Me dijo que, aunque no hubiera menú, podríamos haber optado por otros menús o por otros platos de la carta. Alegué que aquellos platos podrían costar cuarenta euros cada uno fácilmente, a lo que repuso que siempre quedaría la opción de pedir platos de patatas fritas. 

Cuánto hambre han quitado las patatas, dije, algo decepcionado. 

23 de octubre de 2020

La Luna es La Tierra

Hace algunos días soñé que dormía con mi novia y dirigía la vista al cielo, donde encontraba una luna de tamaño considerable. Pensaba en despertar a mi novia para que la contemplase, pero terminé por no hacerlo.

A medida que me fijaba en el satélite, este iba aumentando aún más de tamaño y podía reconocer en él continentes, los mismos continentes o, por lo menos, muy parecidos a los que tenía La Tierra. Observaba mapas nuevos de La Tierra, con nuevas perspectivas. Así pues, La Luna era La Tierra.

Aunque parezca peregrino, alguien ha enunciado ya la teoría de que La Luna es en realidad un reflejo de La Tierra. Pese a que me cueste creer esta teoría, está visto que mi subconsciente debió asimilarla de alguna manera. 

21 de octubre de 2020

Revival de La gran evasión

Hoy nos ha dado por desempolvar La gran evasión, de finales del 2014 y principios del 2015. Nuestro primer álbum distribuido en las grandes plataformas, ni más ni menos.
Recuerdo bastantes oyentes y amigos con caras de perplejidad. No fue precisamente un trabajo con el que la gente se identificase y creo que parte de nuestra mala fama se debe a él. Recuerdo escribir a Maese y mandarle un mp3 con el single sin obtener respuesta. Nadie me dijo que aquello realmente no funcionaba, pero yo no descartaba esa opción.
Con la perspectiva del tiempo, he anotado mis impresiones en La Biblia, impresiones que quiero compartir aquí también con vosotros, a pesar de ser poco o nada interesantes:
 
[...]
 

El álbum cuenta con una producción ambiciosa de efectos de sonido más propios de un trabajo experimental y profundo que de lo que viene a ser una pachanga burlesca, lo cual despista bastante y no juega del todo en contra.

Composicionalmente La gran evasión está dominada por un piano que suena a caja de clavos, adornos de guitarras y violines de plástico, clarinetes y extraños sintes psicodélicos, metales rotos y chirriantes del Korg M1, los limitados samplers de baterías de entonces que la mayoría de las veces encajan mal, y unos bajos mal ecualizados con bastante poco que salvar.

Se aprecia la voluntad de hacer un álbum inspirado en la música en vivo pero que, en parte debido a la cuantificación, en parte debido a la latencia, concluye en un resultado extraño, poco orgánico y creíble. Muchas de las versiones abordadas eran piezas recurrentes en el repertorio de El autor del viaje de Antonio, y por ello se advierte en ellas cierta profundidad. Por momentos se respira el cariño del estudio y de algo de vida en el proceso, quizás fomentado por el descontrol de la mezcla o por la pasión que se volcó en las grabaciones.

En favor de La gran evasión queda la voluntad de narrar y de sorprender en cada cambio, de alcanzar cotas más altas que no se alcanzaron, además de divertir, factor que por lo menos vuelve atractivo el disco. Aunque no sea ni de lejos el álbum definitivo, es muy difícil no sonreír escuchando algunos pasajes y se cumple lo que un oyente dejó escrito en un comentario, con motivo de un trabajo distinto, eso sí:

No puedo evitar la sensación de, mientras escucho esta música, encontrarme en un circo o un parque de atracciones”.